miércoles, 7 de diciembre de 2016

El AROMA DE LA INMACULADA

Trahe nos, Virgo immaculata,
post te curremus in odorem unguentorum tuorum


 Atráenos en pos de ti, Oh Virgen Inmaculada,
y correremos tras el aroma de tus perfumes.
 (In Conceptione Immaculata Beatæ Mariæ Virginis.
Ad Laudes matutinas, Ant. 3)

«Dios, desde el principio y antes de todos los siglos, escogió y preparó para su Hijo unigénito la Madre de la que, encarnándose, nacería en la venturosa plenitud de los tiempos; la amó más a ella sola que a la totalidad de las criaturas, y con un amor tal, que puso en ella, de un modo especial, todas sus complacencias. Así, la colmó tan maravillosamente con los tesoros de su divinidad, más que a todos los espíritus angélicos, más que a todos los santos, con la abundancia de todos los dones celestiales, y estuvo siempre exenta por completo de todo pecado y, bella y perfecta, apareció con tal plenitud de inocencia y santidad que no se puede, exceptuando la de Dios, concebir mayor, y ningún entendimiento que no sea el del mismo Dios puede medir tal grandeza». (Extracto de la Bula Ineffabilis Deus por la que el Beato Pio IX difinió el dogma de la Inmaculada Concepción).

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