En
la rica personalidad del Cardenal Giacomo Biffi (84 años) se dan cita la
profundidad de la inteligencia teológica, la total ausencia de temor por decir la verdad y la simpatía desbordante del genio italiano.
Prueba de ello son sus memorias publicadas por primera vez en el año 2007 y reeditadas
con nuevos recuerdos en 2010. Pues bien, en las páginas de este volumen Don
Giacomo nos cuenta -bajo el título: qué dije al futuro Papa- la
intervención que dirigió a los demás cardenales en la reunión del viernes 15 de
abril de 2005, tres días antes que comenzara el cónclave que elegiría a Benedicto
XVI como Romano Pontífice. Como nos encontramos ahora en situación casi
idéntica, vale la pena meditar atentamente este texto del cardenal Biffi, que además
muchos piensan era el candidato preferido al papado del entonces Prefecto de la Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe: Joseph Ratzinger.
“1. Después de haber escuchado todas las intervenciones
– justas, oportunas, apasionadas – que aquí han resonado, quisiera expresar al
futuro Papa (que me está escuchando) toda mi solidaridad, mi simpatía, mi
comprensión, y también un poco de mi fraterna compasión. Pero quisiera
sugerirle también que no se preocupe demasiado por todo aquello que aquí ha
escuchado y no se asuste demasiado. El Señor Jesús no le pedirá resolver todos
los problemas del mundo. Le pedirá que lo quiera con un amor extraordinario:
‘¿Me amas más que estos?’ (cfr. Jn 21,15). En una ‘tira’ y ‘caricatura’ que nos
llegaba de Argentina, la de Mafalda, he encontrado hace varios años una frase
que en estos días me ha venido a la mente frecuentemente: ‘Ahora entiendo; –
decía aquella terrible y aguda muchachita – el mundo está lleno de problemólogos,
pero escasean los solucionólogos’.
“2. Quisiera decir al
futuro Papa que preste atención a todos los problemas. Pero primero y más
todavía que se dé cuenta del estado de confusión, de desorientación, de
descarrío que aflige en estos años al pueblo de Dios, y sobre todo que aflige a
los ‘pequeños’.
“3. Hace unos días escuché
en la televisión a una religiosa anciana y devota que respondía así al
entrevistador: ‘Este Papa, que ha muerto, ha sido grande sobre todo porque nos
ha enseñado que todas las religiones son iguales’. No sé si a Juan Pablo II le
hubiese gustado mucho un elogio como ese.
“4. En fin, quisiera señalar al nuevo
Papa el caso de la ‘Dominus Iesus’:
un documento explícitamente de acuerdo y públicamente aprobado por Juan Pablo
II; un documento por el cual me gusta expresar al cardenal Ratzinger mi
vibrante gratitud. Que Jesús es el único necesario Salvador de todos es una
verdad que en veinte siglos – a partir del discurso de Pedro después de
Pentecostés – no se había escuchado la necesidad de reclamar jamás. Esta verdad
es, por decir así, el grado mínimo de la fe; es la certeza primordial, es entre
los creyentes el dato simple y más esencial. En dos mil años no ha sido jamás
puesta en duda, ni siquiera durante la crisis arriana y ni siquiera con ocasión
del descarrilamiento de la Reforma protestante. El haber tenido que recordarla
en nuestros días nos da la medida de la gravedad de la situación hodierna. Sin
embargo este documento, que reclama la certeza primordial, más simple, más esencial,
ha sido contestado. Ha sido contestado en todos los niveles: en todos los
niveles de la acción pastoral, de la enseñanza teológica, de la jerarquía.
“5. Me contaron de un buen
católico que propuso a su párroco hacer una presentación de la ‘Dominus Iesus’ a la comunidad
parroquial. El párroco (un sacerdote por lo demás excelente y bien
intencionado) le respondió: ‘Olvídalo. Ese es un documento que divide’. ‘Un
documento que divide’. ¡Gran descubrimiento! Jesús mismo ha dicho: ‘Yo he
venido a traer la división’ (Lc 12,51). Pero demasiadas palabras de Jesús
resultan hoy censuradas por la cristiandad; al menos por la cristiandad en su
partes más locuaces”.
El texto castellano del Cardenal está tomado de Sandro Magister: www.chiesa, salida con fecha 26.10.2oo7
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