jueves, 9 de abril de 2020

QUI PRIDIE QUAM PATERETUR

Ultima Cena de Juan de Juanes

Todas las plegarias eucarísticas introducen el relato de la Consagración, haciendo mención del momento exacto en que esto ocurre: el día antes de padecer; cuando iba a ser entregado a su Pasión; la noche en que iba a ser entregado; mientras cenaba con sus discípulos. Santo Tomás de Aquino nos da tres razones sobre la conveniencia de que Cristo instituyera la Sagrada Eucaristía en el marco de la última Cena, justo la noche antes de su Pasión.

«Respondo: Fue oportuna la institución de este sacramento en la cena en que Cristo se reunió por última vez con sus discípulos.

Primero, por el contenido de este sacramento. Porque en la eucaristía está contenido sacramentalmente el mismo Cristo. Por eso, cuando Cristo estaba para ausentarse de sus discípulos con su presencia natural, se quedó con ellos con una presencia sacramental, de la misma manera que, en ausencia del emperador, se da a venerar su imagen. Por lo que Eusebio dice: Puesto que el cuerpo asumido había de ser arrebatado de su vista para subir a los cielos, era necesario que en el día de la cena consagrase para nosotros el sacramento de su cuerpo y de su sangre para que fuese siempre adorado en el misterio el cuerpo que una sola vez se entregó como rescate.

Segundo, porque sin la fe en la pasión de Cristo no pudo haber nunca salvación, como se dice en Rom 3, 25: A quien Dios puso como propiciador por la fe en su sangre. De ahí que en todo tiempo haya habido entre los hombres alguna cosa que representase esta pasión del Señor. En el Antiguo Testamento el principal signo de ella era el cordero pascual. Por lo que dice el Apóstol en I Cor 5, 7: Nuestra Pascua es Cristo inmolado. Ahora bien, este signo ha sido reemplazado en el Nuevo Testamento por el sacramento de la eucaristía, que es conmemorativo de la pasión pasada, como aquél fue prefigurativo de la pasión futura. Por lo cual, fue oportuno que al acercarse la pasión y recién celebrado el antiguo, fuera instituido el nuevo sacramento, como dice el papa San León.

Tercero, porque las últimas palabras, muy especialmente al despedirse los amigos, se graban más en la memoria, ya que entonces se inflama más el afecto hacia el amigo, pues las cosas que más nos conmueven se graban más profundamente en nuestro ánimo. Así pues, porque, como dice el papa Alejandro, entre todos los sacrificios ninguno puede haber más importante que el del cuerpo y la sangre de Cristo, ni ninguna oblación mejor que ésta, por eso y para que le tengamos en mayor veneración, el Señor instituyó este sacramento en el momento de separarse de sus discípulos. Y esto mismo es lo que dice San Agustín en su libro “Responsionum ad Januarium”: El Salvador, para hacer comprender más profundamente la grandeza de este misterio, quiso imprimirlo al final en el corazón y en la mente de los discípulos, de los cuales iba a separarse para encaminarse a la pasión». (S. Th., III, q. 73, a. 5, c.)

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