En
un ameno libro salpicado de recuerdos, anécdotas y reflexiones sobre la figura
de Juan Pablo II, André Frossard, intelectual francés converso al
catolicismo y buen amigo del santo Pontífice, recoge algunos de sus coloquios con
el Papa sobre la nueva misa. De sus
páginas selecciono estos párrafos:
«Pero le digo que la
misa actual, con su interminable preámbulo hablado, se parece a uno de esos
libros en los que el autor multiplica los prólogos, los prefacios, y las
advertencias antes de llegar al tema, dos páginas antes del índice».
«La nueva misa ha sido
impuesta al pueblo creyente con una increíble dureza, y cuanto más adultos nos
querían, más teníamos la impresión de estar en la primera infancia. Por mi
parte, fui convertido cuando se decía la misa antigua y me acuerdo de mi
admiración. Pero soy demasiado consciente de lo que debo a la Iglesia para
permitirme la menor contestación».
«Padre Santo, no pido el
retorno de la antigua misa. Simplemente digo que la nueva no es suficientemente
contemplativa, que se habla demasiado en ella y que la parte del misterio es
muy reducida». (Cf. André Frossard, Retrato de Juan Pablo II, Ed. Planeta, Barcelona 1989, p. 125 y 126)
Frossard, que falleció en 1995, no alcanzó a ser testigo del regreso de la Misa tradicional con el motu proprio Summorum Pontificum de
Benedicto XVI. Sin duda hubiera sido un gozo grande en su vida. Sin embargo, su deseo
de una misa más contemplativa sigue siendo plenamente actual. Para avanzar por
esta senda veo dos líneas muy claras de acción: en primer lugar, facilitar y no entorpecer el
trabajo de quienes difunden la celebración de la forma extraordinaria del rito
romano, con clara consciencia de que no se trata de un capricho de minorías
sino de un apostolado fundamental en la Iglesia; y en segundo lugar, un mayor y más profundo
compromiso por continuar con “la reforma de la reforma” iniciada por el Papa
emérito, con la humilde consciencia de que hay cosas que no se hicieron bien y
deben ser corregidas. Solamente así podremos proteger la Santa Misa del bullicio y cháchara
insustancial que la amenazan.
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