Fruto
tardío de la reforma litúrgica fue la aparición del nuevo Bendicional (De Benedictionibus) promulgado el año
1984 en sustitución de las bendiciones contenidas en el antiguo Ritual Romano.
Aunque abultado con amplios textos de la Escritura y largas oraciones de los
fieles, en el nuevo libro De
Benedictionibus sorprende constatar el penoso exilio al que han sido
sometidos los santos Ángeles a la hora de bendecir. Así, por ejemplo, en las
oraciones para bendecir una casa que ofrece el viejo ritual romano, leemos: “…dígnate enviar del cielo a tu santo Ángel,
para que custodie, anime, proteja, visite y defienda a todos los que moran en
esta casa.” O bien: “Los ángeles que
te asisten en los esplendores de tu gloria habiten aquí y protejan a todos sus
moradores”. Entre las oraciones para bendecir a una madre que está pronta a
dar a luz, encontramos esta ferviente súplica: “Vengan a morar en ella tus santos Ángeles que custodien a tu sierva y
a su hijo, y tu bendición permanezca con ella para siempre”. Tampoco faltan
las oraciones a los santos Ángeles en los ritos de bendición para niños. Si se
trata de un niño enfermo se ruega a Dios que la vida de este niño o niña “sea protegida en la tierra por aquellos
que, sirviéndote en el Cielo, te asisten perpetuamente”. Si se bendice una
escuela el sacerdote dice: “Manda a tus
Ángeles que la custodien y alejen de ella todo poder del demonio”. Y hoy,
que los accidentes de tránsito cobran tantas vidas humanas, no estaría demás
este ruego de la antigua benedictio
vehiculi: “…manda a tus Santos Ángeles que acompañen este automóvil, para que
libren y defiendan de todos los peligros a cuantos han de viajar en él.” Igualmente
muchas bendiciones de distintos lugares de trabajo concluyen con una petición a
Dios Padre omnipotente para que se digne enviar del cielo la protección de su
santo Ángel “para que guarde, favorezca,
proteja, visite y defienda a todos los que moran en esa casa de trabajo”. Cuando
se bendice un puente se suplica a Dios que envíe su santo Ángel para que custodie
ese puente y a todos los que transitarán por él. Al bendecir un campo, el
sacerdote pide a Dios que por los méritos y súplicas de los Santos, con su
llegada ingresen también los Ángeles y huyan los demonios. Pues bien, nada de
esto encontramos en el nuevo bendicional; ni peticiones a Dios para que nos
guarde mediante la custodia poderosa de los santos Ángeles, ni oración alguna
de exorcismo para vernos libres de cualquier acción maléfica de origen
diabólico.
Y
me pregunto cuál podrá ser la causa de que se omita en las nuevas bendiciones –y temo que deliberadamente– toda mención al
obrar protector de los ángeles sobre el mundo físico o humano. ¿Se deberá tal
vez a un debilitamiento de la fe en la existencia del mundo angélico, o más
bien a un sutil “gnosticismo” infiltrado en las convicciones de ciertos teólogos
que marginan al mundo sensible de toda posible acción de los espíritus puros?
En cualquier caso no querer contar con la ayuda y custodia de estos príncipes
celestiales me parece algo presuntuoso.
Por su parte, es admirable el exorcismo que contiene el Ritual Romano tradicional en la extremaunción.
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