En
un hermoso y pequeño opúsculo sobre La
Oración de la Iglesia, Santa Teresa Benedicta de la Cruz (en el mundo Edith
Stein), nos muestra el lugar preciso donde se preparan y diseñan las grandes obras de
Dios en favor de los hombres. Así dice esta mujer mártir de Cristo y eximia hija de Teresa de Jesús:
«En
el eterno silencio de la vida intradivina, se decidió la obra de la redención.
En lo oculto de la silenciosa habitación de Nazaret vino la fuerza del Espíritu
Santo sobre la Virgen que oraba en la soledad y realizó la encarnación del
Redentor. Reunida en torno a la Virgen que oraba en silencio esperó la Iglesia
naciente la nueva infusión del Espíritu, que la debía vivificar para una mayor
claridad interior y para una acción exterior fructuosa. En la noche de la
ceguera, que Dios impuso a sus ojos, Saulo esperó en oración solitaria la
respuesta del Señor a su pregunta: ¿Qué quieres que haga? (Hch 9). Y Pedro se preparó en oración solitaria a la misión entre
los paganos (Hch 10). Y así continúa
siendo a través de todos los siglos. Los acontecimientos visibles de la
historia de la Iglesia que renuevan la faz de la tierra se preparan en el
diálogo silencioso de las almas consagradas a Dios». (Santa Edith Stein, Escritos espirituales, Madrid 1999, p.
15)
Admirable.
ResponderEliminarSuya es también la siguiente enseñanza, citada por San Juan Pablo II en la homilía de su canonización: "No aceptéis como verdad nada que carezca de amor, y no aceptéis como amor nada que carezca de verdad".