¡SEÑORA Y VIRGEN SANTA DE LOURDES! REGALA PRONTO A TU IGLESIA UN BENEDICTO XVII
El anuncio de la renuncia del Papa Benedicto XVI a la Sede de Pedro nos deja casi más tristes y perplejos que si se tratara de una muerte súbita. La experiencia de un Papa dimitido nos es tan extraña que no nos será fácil acostumbrarnos a ella. Pero aceptamos la soberana decisión del Sumo Pontífice, tomada libremente, en conciencia, y en la presencia de Dios. Como hijos suyos nos hubiera gustado retenerlo el máximo tiempo posible como a nuestro Padre común, hasta que Dios dispusiera otra cosa, sosteniéndolo con nuestra oración, con nuestra caridad, con nuestro cariño, con nuestro reconocimiento lleno de gratitud. Sin embargo, aunque no será ya el Santo Padre, seguirá siendo para nosotros un padre santo que ha entregado su vida día a día al servicio a la Iglesia. La herencia que nos deja es inmensa: un magisterio de una altura y finura digno de un Padre de la Iglesia, una liturgia sagradamente elegante en sus dos formas: ordinaria y extraordinaria, y un ejemplo imborrable de humildad y santidad. En el recogimiento de su nueva vida nos ha prometido acompañarnos con su oración. Nosotros, muy unidos a su nuevo Sucesor, sabremos también corresponder con lo nuestro, hasta el día en que Dios le diga:"muy bien siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho, entra en el gozo de tu Señor" (Mt 25, 23).
¿Y por qué no un Pío XIII?
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