Los
biógrafos del Santo Cura de Ars suelen recoger este testimonio sorprendente: un
hombre escucha a una mujer posesa que se dirige así al santo cura: “¡Cuánto me haces sufrir! Si hubiera tres
como tú en la tierra, mi reino sería destruido”. El éxito pastoral del
humilde párroco de Ars enardece las iras del demonio; nunca ha podido comprender
por qué Dios elige “la necedad del mundo para confundir a los sabios y la
flaqueza del mundo para confundir a los fuertes” (1 Cor. 1, 27). Le humilla no
poder ya fiarse de sus satélites y tener que ir en persona a combatir al
débil sacerdote. Pero sus embestidas se vuelven inútiles porque en el frágil Juan
María Vianney opera la fuerza irresistible de la santidad de Cristo. Sacerdotes
santos: ¡He ahí el futuro de la Iglesia! Y bien lo sabe el Bellaco.
El testimonio del Santo Cura de Ars ilustra de manera notable la necesidad que existe de recobrar plenamente la formación e identidad tradicionales del sacerdote. Recordemos además que el Patrono del Clero sólo celebró la Misa del Vetus Ordo. Para meditar.
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