lunes, 25 de marzo de 2024

LA UNCIÓN DE BETANIA, UNA LECCIÓN

Imagen: wikipedia.org

Conmovido con el ejemplo de María en casa de Simón el leproso, que vierte un ungüento de nardo puro de gran precio sobre Jesús, comenta san Josemaría:

«Aquella mujer que en casa de Simón el leproso, en Betania, unge con rico perfume la cabeza del Maestro, nos recuerda el deber de ser espléndidos en el culto de Dios.

  —Todo el lujo, la majestad y la belleza me parecen poco.

  —Y contra los que atacan la riqueza de vasos sagrados, ornamentos y retablos, se oye la alabanza de Jesús: «opus enim bonum operata est in me» una buena obra ha hecho conmigo» (Camino, n° 527).

La generosidad de María es modelo para los cristianos de todas las épocas en el afán de no escatimar nada en lo que se refiere al culto de Dios. No obstante las críticas que su actuación despierta, disfrazadas por un manto de preocupación social, a ella le basta con que su Señor esté contento. Y Jesús sale en su defensa: «Dejadla, ¿por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena conmigo, pues a los pobres los tenéis siempre con vosotros» (Mc 14, 6-7).

No cree María que hace una cosa extraordinaria al gastar ese perfume tan valioso para ungir al Señor. Quizá piense que ya no habrá otra oportunidad de hacer algo grande por su Maestro, y actúa coherentemente, con la espontaneidad del amor que no sabe de cicaterías. Así han actuado siempre los cristianos de todos los siglos, destinando lo mejor que tenían para honrar al Señor realmente presente bajo el velo de las especies sacramentales. El proceder de María ha quedado como una dulce invitación a no ser mezquinos con el Señor, a darle todo, «a romper el frasco» (Mc 14, 3), en correspondencia al amor de Cristo que ha ungido a la humanidad entera con el bálsamo de infinito valor de su Sangre preciosísima.


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