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«Sea ésta la hora de reavivar el grandísimo recuerdo. Se hace
presente a nuestro espíritu todo lo dicho, todo lo realizado en esta última
Cena nocturna, ardientemente deseada por el mismo divino Maestro, en vísperas
de su pasión y de su muerte. El mismo Señor quiso dar a aquella reunión tal
plenitud de significado, tal riqueza de recuerdos, tal conmoción de palabras y
de sentimientos, tal novedad de actos y de preceptos, que nunca terminaremos de
meditarlos y explorarlos. Es una cena testamentaria; es una cena afectuosa e
inmensamente triste, al tiempo que misteriosamente reveladora de promesas
divinas, de visiones supremas. Se echa encima la muerte, con inauditos
presagios de traición, de abandono, de inmolación; la conversación se apaga
enseguida, mientras la palabra de Jesús fluye continua, nueva, extremadamente
dulce, tensa en confidencias supremas, cerniéndose así entre la vida y la
muerte». (San Pablo VI, Extracto de la homilía del Jueves Santo,
27-III-1975).
Fuente: vatican.va
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