lunes, 14 de septiembre de 2020

EL TEMPRANO AMOR DE JESÚS POR LA CRUZ

El divino Infante cargando con
los instrumentos de su Pasión

Por su profunda y sencilla piedad, siempre me ha conmovido un breve relato de Jesús niño en relación a la cruz (probablemente inspirado en los evangelios apócrifos), y que Bernardino de Laredo recoge en su Tratado de San José. Es sabido que este autor ejerció un influjo positivo en la mística española del siglo XVI, particularmente en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila. Su Tratado sobre San José también contribuyó al despertar de la devoción y de la teología josefinas de la época.

Pues bien, cuenta esta historia que San José pasaba en su taller muchos espacios de tiempo con nuestro sacratísimo Niño, quien le ayudaba en cosas varias y pequeñas. Muchas veces el Niño le pedía que le hiciese una cruz, dándole la traza y forma cómo la había de hacer; y una vez hecha, miraba el santo José que el Niño se holgaba con ella, y la abrazaba y besaba y se la ponía en el hombro, y se paseaba con ella. San José le preguntaba con frecuencia que le explicara qué significaba esa cruz, hasta que un día el Niño, que lo amaba tanto, se lo reveló: el celo por esta cruz me hizo venir del cielo, y téngole tanto amor que una hora de mi vida no podría pasar sin que sea mi vida cruz, y crucificado en cruz he de salir de esta vida y cuando sea puesto en ella todo lo traeré a mí mismo y todo lo ganaré, como todo se perdería si yo no tomase cruz. (Cf. Bernardino de Laredo, Tratado de San José, Rialp 1977, p. 56)

 

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