Cristo y
la Samaritana de Alonso Cano
Foto: wikipedia.org
Bellísima
consideración de San Agustín sobre la fatiga de Cristo junto al pozo de Sicar. Su
genio teológico sabe descubrir y disfrutar con los destellos de divinidad que relampaguean
en los misterios de la vida terrena de Jesús.
«Con
su fortaleza nos creó, con su debilidad nos buscó»
«J
|
esús,
fatigado del camino, se sentó sin más junto a la fuente. Era como la hora sexta.
Y comienzan los misterios, pues no en vano se fatiga Jesús; no en vano se
fatiga la Fuerza de Dios; no en vano se fatiga quien reanima a los
fatigados; no en vano se fatiga quien, si nos abandona, nos fatigamos; pero si
está presente, nos afianzamos. Se fatiga empero Jesús y se fatiga del viaje, se
sienta; se sienta junto al pozo, y fatigado se sienta a la hora sexta. Todo eso
insinúa algo, quiere indicar algo, llama nuestra atención, nos exhorta a llamar.
Abra, pues, a mí y a vosotros, quien se dignó exhortar, diciendo: Llamad y
se os abrirá. Por ti está Jesús fatigado del camino. Encontramos a Jesús
fuerte y encontramos a Jesús débil; a Jesús fuerte y débil a la vez: fuerte,
porque al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era
Dios; Él estaba al principio en Dios. ¿Quieres ver cuán fuerte es este Hijo
de Dios? Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él no se hizo nada de
cuanto ha sido hecho; y todo se hizo sin esfuerzo. ¿Quién, pues, más fuerte
que aquel por quien sin esfuerzo se han hecho todas las cosas? ¿Quieres conocer
ahora que es débil? El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. La
fortaleza de Cristo te creó y la debilidad de Cristo te recreó. La fortaleza de
Cristo hizo que existiera lo que antes no existía; la debilidad de Cristo hizo
que lo que ya existía no pereciese. Con su fortaleza nos creó, con su debilidad
nos buscó». (San Agustín, Tratados sobre el Evangelio de San Juan, Trac. XV, 6).
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