Texto
de San Bernardo tomado de un sermón en tiempo de Cuaresma. El Santo Abad nos
invita a un ayuno integral: conviene que ayune todo lo que ha pecado.
«S
|
i
solo pecó la gula, que ayune la gula, y basta. Mas si pecaron los demás
miembros, ¿por qué no han de ayunar? Ayunen, pues, los ojos que saquearon el
alma; ayunen los oídos, la lengua, las manos e incluso la misma alma. Ayunen
los ojos de miradas curiosas y de toda altanería, para que, sinceramente
humillados, se sometan a la penitencia los que antes vagaban libremente para el
pecado. Ayunen los oídos, maliciosamente deseosos de cuentos, chismes y
futilidades que nada aprovechan para la salvación. Ayune la lengua de la
detracción y la crítica, de las conversaciones inútiles, vanas y ridículas.
Alguna vez incluso, por la seriedad del silencio, ayune de las palabras que
puedan parecer necesarias. Ayunen las manos de señas inútiles y de trabajos que
no provengan de la obediencia. Pero ayune el alma, sobre todo, de los vicios y de
su propia voluntad. Sin este ayuno, el Señor reprueba todo lo demás, como está
escrito: El día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio interés» (San Bernardo,
Obras completas, vol. III, BAC 1985, p. 425).
No hay comentarios:
Publicar un comentario