La Coronación de la Virgen.
El Greco
Foto: wikipedia.org
Al
inicio de sus meditaciones sobre las letanías lauretanas, el Beato John H.
Newman nos ha dejado una explicación de por qué mayo es el mes tradicionalmente
elegido para venerar con más fervor a la Virgen Santa. Mayo es el mes de la promesa, y María representa la promesa
cierta de la venida del Salvador; mayo es también el mes de la alegría pascual,
y María es la criatura más agraciada y querida por Dios, objeto especial de sus
complacencias y de las nuestras.
***
«¿Por
qué mayo es elegido como el mes en el cual tenemos especial devoción a la Santísima
Virgen?
La
primera razón es porque en este tiempo la tierra estalla y brota la frescura de
su nuevo follaje y su pasto verde, después de las severas escarchas y nevadas
del invierno, y de la atmósfera cruda, del viento furioso y las lluvias de la
primavera temprana. Es porque los brotes aparecen en los árboles y las flores
en los jardines. Es porque los días se hacen más largos y el sol sale más
temprano y se pone más tarde. Es porque semejante alegría y júbilo de la
naturaleza exterior es compañera adecuada de nuestra devoción a Aquella que es
la Rosa Mística y la Casa de Oro.
Alguien
podría decir que eso es verdad, pero que en este clima tenemos a veces un mayo
inhóspito e inadecuado, lo cual no puede negarse. Pero, aun así, es verdad que
es, al menos el mes de la promesa y
de la esperanza. Aunque suceda que el
tiempo es malo, es el mes que comienza
y anuncia el verano. Sabemos, a pesar de todo lo que pueda tener de
desagradable, que el buen tiempo llegará tarde o temprano. En palabras del
profeta, el esplendor y la belleza «llegará al fin, y no faltará; espérala,
pues vendrá con toda seguridad, sin falta laguna» (Hab 2, 3).
Mayo
es, pues, el mes, sino de la plenitud, al menos de la promesa. ¿No es éste el mismo aspecto en el que más propiamente
recordamos a la Santísima Virgen María, a quien está dedicado el mes?
Dice
el profeta: «Saldrá un retoño del tronco de Jesé, y de sus raíces brotará una
flor» (Is 11, 1). ¿Quién es esta flor
sino Nuestro Señor? ¿Quién es el tronco, o el hermoso tallo o planta de la cual
crece la flor, sino María, Madre de Nuestro Señor, María, Madre de Dios?
Fue
profetizado que Dios vendría a la tierra. Cuando el tiempo se cumplió, ¿cómo fue
anunciado? Fue anunciado por el Ángel a María. «Alégrate llena de gracia», dijo
Gabriel, «el Señor está contigo... bendita eres entre las mujeres». Ella era la
promesa segura de que el Señor vendría, y por ello mayo es, con un título
especial, su mes.
Además,
dirá también Newman, mayo es llamado el mes de María «porque del año de la
Iglesia, del año eclesiástico, es la parte más sagrada, festiva y alegre».
«Mayo
pertenece al tiempo de Pascua, que dura cincuenta días, en el cual cae
comúnmente todo el mes de mayo, y siempre la primera mitad. La gran fiesta de
la Ascensión de Nuestro Señor a los cielos es siempre en mayo, excepto una o
dos veces en cuarenta años. Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo, es
habitualmente en mayo, y las fiestas de la Santísima Trinidad y Corpus Christi
caen con no poca frecuencia en mayo. Este mes es el tiempo en el cual hay
tantos Aleluyas, porque Cristo ha
resucitado de la tumba, ha ascendido a lo alto, y el Espíritu Santo Dios ha
bajado a tomar su lugar.
Aquí
tenemos, entonces, la razón por la que mayo está dedicado a la Santísima
Virgen. Ella es la primera de las criaturas, la más agraciada hija de Dios, la
más querida y cercana a Él. Es apropiado que este mes sea suyo, y en él nos
gloriemos y alegremos especialmente por la gran providencia divina para con
nosotros, por nuestra redención y santificación en Dios Padre, Dios Hijo y Dios
Espíritu Santo» (John H. Newman, Meditaciones
y devociones, Ágape Libros 2007, p. 31-33).
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