Copio
un bello texto de San Bernardo, extraído de un sermón en la fiesta de
Pentecostés, donde nos exhorta a ser solícitos para con Dios, en
correspondencia a su amorosa y permanente solicitud para con nosotros, pobres
criaturas. Tal solicitud es gracia del Espíritu Santo.
«Y
|
a
veis, pues, con cuanta verdad se expresó aquel que dijo: El señor anda solícito por mí (Ps
39, 18). El Padre, por redimir al siervo, no perdona al Hijo; el Hijo, por él
se entrega a la muerte gustosísimo; uno y otro envían al Espíritu Santo; y el
mismo Espíritu pide por nosotros con inefables gemidos.
¡Oh duros y endurecidos y
rebeldes hijos de Adán, a quienes no ablanda tanta benignidad, tan abrasadora
llama, ardor tan grande de amor, amante tan fino que por unos viles andrajos
expende mercaderías tan preciosas! Pues no con el oro y la plata, que se
corrompen, nos redimió, sino con su preciosa sangre, que derramó
abundantemente: porque por cinco partes copiosamente manaron los raudales de
sangre del cuerpo de Jesús. ¿Qué más debía hacer y no hizo? Dio vista a los
ciegos, encaminó a los errados, reconcilió los reos, justificó los impíos,
dejándose ver sobre la tierra treinta y tres años, tratando con los hombres,
muriendo por los hombres, siendo El aquel Dios que dijo, y fueron hechos los Querubines,
los Serafines y todas las virtudes angélicas; aquel Señor que tiene en su mano la
potestad de hacer todo cuanto quiere. ¿Qué busca de ti el que con tanta
solicitud te buscó, sino que andes solícito con tu Dios? Esta solicitud nadie
la da sino el Espíritu Santo que escudriña lo profundo de nuestros pechos, que
discierne los pensamientos e intenciones de nuestro corazón, que ni la más
pequeña paja sufre que haya en la habitación del corazón que posee, sino que al
punto la consume con el fuego de una sutilísima circunspección; Espíritu suave
y dulce, el cual inclina nuestra voluntad, o más bien la endereza y conforma
con la suya, a fin de que podamos entenderla verdaderamente, amarla
fervorosamente y cumplirla eficazmente» (San Bernardo, Sermón segundo en la Fiesta de Pentecostés, 8).
No hay comentarios:
Publicar un comentario