Recojo
esta consideración de Benedicto XVI sobre la Resurrección de Cristo como
irrupción de luz nueva y perenne en la oscuridad de la historia.
«La
creación de Dios —lo acabamos de escuchar en el relato bíblico— comienza con la
expresión: «Que exista la luz» (Gn 1, 3). Donde hay luz, nace la vida, el caos
puede transformarse en cosmos. En el mensaje bíblico, la luz es la imagen más
inmediata de Dios: Él es todo Luminosidad, Vida, Verdad, Luz. En la Vigilia
Pascual, la Iglesia lee la narración de la creación como profecía. En la
resurrección se realiza del modo más
sublime lo que este texto describe como el principio de todas las cosas. Dios
dice de nuevo: «Que exista la luz». La resurrección de Jesús es un estallido de
luz. Se supera la muerte, el sepulcro se abre de par en par. El Resucitado
mismo es Luz, la luz del mundo. Con la resurrección, el día de Dios entra en la
noche de la historia. A partir de la resurrección, la luz de Dios se difunde en
el mundo y en la historia. Se hace de día. Sólo esta Luz, Jesucristo, es la luz
verdadera, más que el fenómeno físico de luz. Él es la pura Luz: Dios mismo,
que hace surgir una nueva creación en aquella antigua, y transforma el caos en
cosmos».
(Benedicto XVI, Homilía en la Vigilia Pascual, 11-4-09).
Fuente: vatican.va
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