Catedral de Colonia. Foto: wikipedia.org
El
poeta alemán Heinrich Heine (1797–1856) veía en la majestuosidad de las
catedrales medievales una auténtica «encarnación» de la fe en el arte. No
obstante su espíritu algo escéptico, percibía que solo una convicción sólida en
la posesión de la verdad era capaz de otorgar al hombre el coraje y la
magnanimidad necesarias para levantar esos templos. Así pudo escribir con relación a la catedral de Colonia: «Los antiguos tenían dogmas, con los pue
podían construir catedrales. Nosotros tenemos opiniones y con las opiniones no
se construyen catedrales». Efectivamente, en base a simples opiniones
el hombre se cierra a la excelencia en todo orden de cosas. La renuncia a la
posesión de la verdad solo puede crear tedio y mediocridad, nada auténticamente
perdurable.
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