Al comienzo de su encíclica
Spe salvi, el Papa Benedicto XVI nos proponía la
vida de Josefina Bakhita como ejemplo
vivo de lo que significa ser salvados por la esperanza. Ella comprendió que
estaba salvada en la misma medida en que entendió que tenía un Amo que la amaba
con locura. Hoy que celebramos su fiesta podemos releer este impresionante texto.
«Pero ahora se plantea
la pregunta: ¿en qué consiste esta esperanza que, en cuanto esperanza, es «
redención »? Pues bien, el núcleo de la respuesta se da en el pasaje antes
citado de la Carta a los Efesios: antes del encuentro con Cristo, los Efesios
estaban sin esperanza, porque estaban en el mundo «sin Dios». Llegar a conocer
a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza. Para
nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos
hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real
con este Dios, resulta ya casi imperceptible. El ejemplo de una santa de
nuestro tiempo puede en cierta medida ayudarnos a entender lo que significa
encontrar por primera vez y realmente a este Dios. Me refiero a la africana
Josefina Bakhita, canonizada por el Papa Juan Pablo II. Nació aproximadamente
en 1869 –ni ella misma sabía la fecha exacta– en Darfur, Sudán. Cuando tenía
nueve años fue secuestrada por traficantes de esclavos, golpeada y vendida
cinco veces en los mercados de Sudán. Terminó como esclava al servicio de la
madre y la mujer de un general, donde cada día era azotada hasta sangrar; como
consecuencia de ello le quedaron 144 cicatrices para el resto de su vida. Por
fin, en 1882 fue comprada por un mercader italiano para el cónsul italiano
Callisto Legnani que, ante el avance de los mahdistas, volvió a Italia. Aquí,
después de los terribles «dueños» de los que había sido propiedad hasta aquel
momento, Bakhita llegó a conocer un «dueño» totalmente diferente –que llamó
«Paron» en el dialecto veneciano que ahora había aprendido–, al Dios vivo, el
Dios de Jesucristo. Hasta aquel momento sólo había conocido dueños que la
despreciaban y maltrataban o, en el mejor de los casos, la consideraban una
esclava útil. Ahora, por el contrario, oía decir que había un «Paron» por
encima de todos los dueños, el Señor de todos los señores, y que este Señor es
bueno, la bondad en persona. Se enteró de que este Señor también la conocía,
que la había creado también a ella; más aún, que la quería. También ella era
amada, y precisamente por el «Paron» supremo, ante el cual todos los demás no
son más que míseros siervos. Ella era conocida y amada, y era esperada. Incluso
más: este Dueño había afrontado personalmente el destino de ser maltratado y
ahora la esperaba «a la derecha de Dios Padre». En este momento tuvo «esperanza»;
no sólo la pequeña esperanza de encontrar dueños menos crueles, sino la gran
esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor
me espera. Por eso mi vida es hermosa. A través del conocimiento de esta
esperanza ella fue «redimida», ya no se sentía esclava, sino hija libre de
Dios. Entendió lo que Pablo quería decir cuando recordó a los Efesios que antes
estaban en el mundo sin esperanza y sin Dios; sin esperanza porque estaban sin
Dios. Así, cuando se quiso devolverla a Sudán, Bakhita se negó; no estaba
dispuesta a que la separaran de nuevo de su «Paron». El 9 de enero de 1890
recibió el Bautismo, la Confirmación y la primera Comunión de manos del
Patriarca de Venecia. El 8 de diciembre de 1896 hizo los votos en Verona, en la
Congregación de las hermanas Canosianas, y desde entonces –junto con sus
labores en la sacristía y en la portería del claustro– intentó sobre todo, en
varios viajes por Italia, exhortar a la misión: sentía el deber de extender la
liberación que había recibido mediante el encuentro con el Dios de Jesucristo;
que la debían recibir otros, el mayor número posible de personas. La esperanza
que en ella había nacido y la había «redimido» no podía guardársela para sí
sola; esta esperanza debía llegar a muchos, llegar a todos». (Benedicto XVI, Encíclica
Spe salvi, n° 3, 30 de Noviembre de 2007)
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