viernes, 11 de abril de 2014

VIERNES DE PASIÓN. A LA MADRE DOLOROSA DE LA IGLESIA

Señora, al pie de la cruz te viste privada hasta de los más mínimos consuelos. Luego de presenciar la crueldad de la crucifixión, miraste cómo los soldados se repartían las ropas de tu Jesús y sorteaban su túnica; una túnica fina, de una sola pieza, quizá tejida con tus propias manos virginales. Te invadió el deseo de conservarla como reliquia sagrada, como recuerdo póstumo de los innumerables momentos pasados junto a tu Hijo. Pero ya ves, Madre dolorosa, que en la cima del Gólgota no hay piedad alguna para Cristo y los suyos. A nadie se le ocurre ofrecer la túnica del ajusticiado a su madre allí presente. Envuelta a toda prisa es guardada en el saco inmundo de un afortunado soldado. Para ti Señora no hay consuelo alguno: el expolio de tu corazón es total. Dios también te pide sorber el cáliz de la pasión hasta el extremo. Como una madre que en medio de fuertes dolores se prepara a dar a luz un hijo, así también tú, al pie de la cruz, en medio de un profundo dolor y desamparo, te dispones a engendrar otra vez el nuevo cuerpo de Cristo: la Iglesia. Pero ahora, Madre y Reina admirable, no permitas que el Cuerpo Místico de tu Hijo sea despojado de sus celestiales vestiduras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario