Copio un lúcido texto
del Cardenal Ratzinger sobre los motivos que suelen estar a la raíz de una
crisis vocacional en la vida de un sacerdote.
“Cuando
como obispo –y también antes, simplemente como hermano en el sacerdocio- me he
puesto a reflexionar sobre las causas que hacen que poco a poco se vaya
desmoronando una vocación tan entusiasta y tan esperanzadora en sus comienzos,
siempre he llegado a la misma conclusión: ha habido un momento en que ha dejado
de existir la oración callada y silenciosa, desplazada tal vez por el ruidoso
celo por tantas cosas que hay que hacer. Pero ahora es un celo vacío, porque ha
perdido su empuje interior. En algún momento se ha abandonado la confesión
personal y, con ello, el contacto con la exigencia y el perdón, la renovación
desde dentro en presencia del Señor, que es irrenunciable. Para que estuvieran con él (Mc 3, 14). Se necesita este “con él” no
sólo durante un cierto período inicial, a modo de fondo de reserva al que poder
acudir más adelante. Estar con él debe constituir siempre la pieza central del
servicio sacerdotal”. (Cardenal Joseph Ratzinger, Servidor de vuestra alegría, Ed. Herder, Barcelona 2005, p. 83.)
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