sábado, 22 de marzo de 2014

LA FUERZA DEL SIGNO LITÚRGICO NO HABLADO

“Una nube de incienso vale mil sermones”, escribió Nicolás Gómez Dávila. Y pienso en nuestras actuales exequias, tan empobrecidas, donde rara vez se asiste al sobrecogedor rito de la incensación final del féretro, desplazado por mil testimonios entretejidos de impúdicos sentimientos. El recato de las emociones favorece la comprensión de que todo acto litúrgico no es simple reunión de amigos o parientes sino presencia de la entera Iglesia universal.

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