Solamente
el alma hecha a imagen y semejanza de Dios tiene el privilegio de gustar la
Comunión eucarística. Por eso San Alfonso María nos dirá que su suerte
sobrepasa en mucho a la de los sagrados vasos, cirios y flores, cuya fortuna hasta aquí
ha loado:
¡Ay qué vaso, qué cirios, ay qué flores!
Más que la vuestra estimo mi ventura
cuando viene el Amor de mis amores,
lleno, a mí, de piedad y de ternura,
y recibo de pan bajo sabores
a mi bien y mi Dios yo, vil criatura.
¿Cómo entonces no muero y me enamoro,
pues todo mío se hace mi Tesoro?
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