Cuentan
los biógrafos de Santo Tomás de Aquino que mientras trabajaba en la tertia pars
de la Summa, –había trabajado y orado intensamente mientras escribía el tratado
sobre el sacramento de la Eucaristía–, fue objeto de una especial gracia mística. Jesús mismo bendecía su esfuerzo
teológico, otorgándole un celestial imprimatur. Sin embargo, poco tiempo
después, y también tras otra gracia extraordinaria que le fue concedida el 6 de
diciembre de 1273, justo tres meses antes de su muerte, confesaría con humidad a
su fiel colaborador fray Reginaldo, extrañado de que su maestro se negara a
seguir haciendo teología: «Todo lo que he escrito, me parece como paja
comparado a lo que ahora me ha sido revelado». ¡Sublime comentario!, garantía
de una teología hecha auténticamente de rodillas ante el crucifijo, su
«verdadero libro», como le gustaba repetir. Así se cuenta en una obra sobre la vida y doctrina del Angélico el episodio arriba aludido:
«G
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uillermo
de Tocco narra una anécdota que oyó a fray Domingo de Caserta, sacristán del
convento de San Domenico, “quien en ocasiones tuvo también visiones milagrosas”.
Fray Domingo estaba intrigado por las frecuentes visitas de Tomás a la capilla
de San Nicolás en San Domenico, antes de los maitines. Una noche fray domingo
se escondió para observar al Angélico en su oración. Vio al Aquinate elevado
“casi dos codos en el aire”, y le escuchó rezar fervientemente, llorando.
Entonces oyó que el crucifijo de la pared de la capilla hablaba a Tomás y le
decía: “Tomás, has escrito bien de Mí. ¿Qué recompensa quieres?” A lo que Tomás
replico: “Señor nada más que a ti mismo”. Tocco añade que en esa época Aquino
redactaba la tercera parte de la Summa sobre la pasión y la resurrección de
Cristo. Pero, muy bien pudo haber estado trabajando en el tratado de la
Eucaristía. Todavía hoy, los freiles de San Domenico muestran el crucifijo que
le habló en la capilla de san Nicolás» (James A. Weisheipl,
Tomás Aquino. Vida, obras y doctrina, Ed. Eunsa, Pamplona 1994, p. 360).
Me gusta el comentario, que el Resucitado les bendiga. Saludos desde el Perú.
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