miércoles, 27 de agosto de 2014

DIOS QUE HABLA EN EL SILENCIO

Breve reflexión de Benedicto XVI sobre el coloquio místico de san Agustín con su madre santa Mónica. “Instante feliz –recordará años más tarde el santo de Hipona- en que nuestro espíritu subió tan alto, que llegamos, aunque con rapidez a tocar con el pensamiento aquella sabiduría infinita que eternamente subsiste sobre todas las cosas” (Confesiones, Libro IX, Cap. 10)

“También en las Confesiones, en el libro IX, nuestro santo refiere una conversación con su madre, santa Mónica —cuya memoria se celebra el próximo viernes, pasado mañana—. Es una escena muy hermosa: él y su madre están en Ostia, en un albergue, y desde la ventana ven el cielo y el mar, y trascienden cielo y mar, y por un momento tocan el corazón de Dios en el silencio de las criaturas. Y aquí aparece una idea fundamental en el camino hacia la Verdad: las criaturas deben callar para que reine el silencio en el que Dios puede hablar. Esto es verdad siempre, también en nuestro tiempo: a veces se tiene una especie de miedo al silencio, al recogimiento, a pensar en los propios actos, en el sentido profundo de la propia vida; a menudo se prefiere vivir sólo el momento fugaz, esperando ilusoriamente que traiga felicidad duradera; se prefiere vivir, porque parece más fácil, con superficialidad, sin pensar; se tiene miedo de buscar la Verdad, o quizás se tiene miedo de que la Verdad nos encuentre, nos aferre y nos cambie la vida, como le sucedió a san Agustín". (BENEDICTO XVI, Audiencia General, Palacio Apostólico de Castelgandolfo, Miércoles 25 de agosto de 2010)

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