domingo, 28 de abril de 2019

DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS

Duccio, Descenso de Cristo a los infiernos. 

Copio a continuación un punto del Catecismo Romano sobre el sentido salvífico del descenso de Cristo a los infiernos.

Por qué causas quiso Cristo bajar a los Infiernos.

D
espués de haber explicado lo que antecede, se enseñará que Cristo nuestro Señor bajó a los Infiernos para llevar consigo al Cielo, arrancando su presa a los demonios, a aquellos santos Padres y demás almas piadosas, libres de la prisión, lo cual realizó admirablemente y con grande gloria; porque enseguida su presencia llevó a los cautivos una luz clarísima, e inundó sus almas de alegría y gozo inmensos; comunicándoles también la deseada felicidad, que consiste en la visión de Dios: con lo cual se cumplió lo que había prometido al ladrón, diciéndole: Hoy estarás conmigo en el Paraíso (Luc., XXIII, 43). Y esta libertad de los justos había sido predicha mucho antes por Oseas de este modo: ¡Oh muerte! Yo he de ser la muerte tuya; seré tu destrucción, ¡oh infierno! (Ose., XIII, 14). Esto también significó el profeta Zacarías diciendo: Y tú mismo ¡oh Salvador!, mediante la sangre de tu Testamento, has hecho salir a los tuyos, que estaban cautivos, del lago, o fosa, en que no hay agua (Zach., IX, 11). Lo mismo, por último, expresó el Apóstol con estas palabas: Despojando a los principados y potestades infernales, los sacó valerosamente en público, y llevólos delante de sí, triunfando de ellos, en su propia persona (Coloss., II, 15.). Más para comprender mejor la grandeza de este misterio, debemos recordar con frecuencia: que por los méritos de su pasión han conseguido la salvación los justos, no solo los que existiesen después de la venida del Señor, sino también los que le habían precedido después de Adán, y los que han de existir hasta el fin del mundo. Por consiguiente, antes que el Señor muriese y resucitase, para nadie estuvieron abiertas las puertas del Cielo, sino que las almas de los justos, cuando éstos morían, eran llevadas al Seno de Abraham, o, como ahora sucede también, a aquellas que tienen algo que purgar o satisfacer, se purificaban en el fuego del Purgatorio. Hay también otra causa para que bajara Cristo nuestro Señor a los Infiernos: para manifestar también allí su poder y majestad, como lo había manifestado en el Cielo y en la Tierra, a fin de que a su Nombre se doble toda rodilla de los seres celestes, de los de la tierra y de los infiernos (Philip., II, 10). ¿Quién no admirará en este misterio y se asombrará de la infinita bondad de Dios, que no solo quiso sufrir muerte cruelísima por nosotros, sino también penetrar las partes más profundas de la Tierra, para llevar al Cielo, sacándolas de allí, a sus muy queridas almas? (CATECISMO ROMANO DEL CONCILIO DE TRENTO, PARTE I, CAP. VI, 6).

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