Duccio,
Descenso de Cristo a los infiernos.
Foto: wikipedia.org
Copio
a continuación un punto del Catecismo Romano sobre el sentido salvífico del
descenso de Cristo a los infiernos.
Por qué causas quiso
Cristo bajar a los Infiernos.
D
|
espués
de haber explicado lo que antecede, se enseñará que Cristo nuestro Señor bajó a
los Infiernos para llevar consigo al Cielo, arrancando su presa a los demonios,
a aquellos santos Padres y demás almas piadosas, libres de la prisión, lo cual
realizó admirablemente y con grande gloria; porque enseguida su presencia llevó
a los cautivos una luz clarísima, e inundó sus almas de alegría y gozo
inmensos; comunicándoles también la deseada felicidad, que consiste en la
visión de Dios: con lo cual se cumplió lo que había prometido al ladrón,
diciéndole: Hoy estarás conmigo en el
Paraíso (Luc., XXIII, 43). Y esta
libertad de los justos había sido predicha mucho antes por Oseas de este modo: ¡Oh muerte! Yo he de ser la muerte tuya;
seré tu destrucción, ¡oh infierno! (Ose.,
XIII, 14). Esto también significó el
profeta Zacarías diciendo: Y tú mismo ¡oh
Salvador!, mediante la sangre de tu Testamento, has hecho salir a los tuyos,
que estaban cautivos, del lago, o fosa, en que no hay agua (Zach., IX, 11). Lo mismo, por último,
expresó el Apóstol con estas palabas: Despojando
a los principados y potestades infernales, los sacó valerosamente en público, y llevólos delante de sí, triunfando
de ellos, en su propia persona (Coloss.,
II, 15.). Más para comprender mejor la grandeza de este misterio, debemos
recordar con frecuencia: que por los méritos de su pasión han conseguido la
salvación los justos, no solo los que existiesen después de la venida del
Señor, sino también los que le habían precedido después de Adán, y los que han
de existir hasta el fin del mundo. Por consiguiente, antes que el Señor muriese
y resucitase, para nadie estuvieron abiertas las puertas del Cielo, sino que
las almas de los justos, cuando éstos morían, eran llevadas al Seno de Abraham,
o, como ahora sucede también, a aquellas que tienen algo que purgar o
satisfacer, se purificaban en el fuego del Purgatorio. Hay también otra causa
para que bajara Cristo nuestro Señor a los Infiernos: para manifestar también
allí su poder y majestad, como lo había manifestado en el Cielo y en la Tierra,
a fin de que a su Nombre se doble toda rodilla de los seres celestes, de los de
la tierra y de los infiernos (Philip.,
II, 10). ¿Quién no admirará en este misterio y se asombrará de la infinita
bondad de Dios, que no solo quiso sufrir muerte cruelísima por nosotros, sino
también penetrar las partes más profundas de la Tierra, para llevar al Cielo,
sacándolas de allí, a sus muy queridas almas? (CATECISMO ROMANO DEL CONCILIO DE
TRENTO, PARTE I, CAP. VI, 6).
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