«Mirad, almas rescatadas, mirad a
vuestro Redentor clavado en la cruz; toda su figura respira amor y nos convida
amarle; la cabeza inclinada para darnos el beso de la paz, los brazos
extendidos para estrecharnos contra su pecho; su corazón abierto para amarnos» (San Alfonso María de Ligorio).
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