viernes, 5 de abril de 2019

VERSUS DEUM (HACIA DIOS)


Tomará entonces sangre del novillo y con el dedo hará aspersión hacia el oriente del Propiciatorio (Lev 16, 14). Orígenes, comentando este texto del Levítico, nos ha dejado esta sugestiva reflexión:

«Así se nos explica cómo se llevaba a cabo entre los antiguos el rito de propiciación a Dios en favor de los hombres; pero tú, que has alcanzado a Cristo, el verdadero sumo sacerdote, que con su sangre hizo que Dios te fuera propicio, y te reconcilió con el Padre, no te detengas en la sangre física; piensa más bien en la sangre del Verbo, y óyele a él mismo decirte: Ésta es mi sangre, derramada por vosotros para el perdón de los pecados.
No pases por alto el detalle de que esparció la sangre hacia oriente. Porque la propiciación viene de oriente, pues de allí proviene el hombre cuyo nombre es Oriente, que fue hecho mediador entre Dios y los hombres.
Esto te está invitando a mirar siempre hacia oriente, de donde brota para ti el sol de justicia, de donde nace siempre para ti la luz del día, para que no andes nunca en tinieblas ni en ellas te sorprenda aquel día supremo: no sea que la noche y el espesor de la ignorancia te abrumen, sino que, por el contrario, te muevas siempre en el resplandor del conocimiento, tengas siempre en tu poder el día de la fe y no pierdas  nunca la lumbre de la caridad y de la paz» (Homilías sobre el libro del Levítico,  Hom.  9, 5. PG 12, 515. 523).

Volver la mirada en dirección al sol naciente a la hora de la oración, simboliza para muchos Padres la actitud expectante y ansiosa del hombre que anhela la luz y la salvación de Cristo. Especialmente significativa se vuelve esta orientación de la oración en el campo litúrgico. Siguiendo los pasos del Papa Benedicto, el Cardenal Sarah ha escrito al respecto: «Para comprender que la liturgia nos vuelve interiormente hacia el Señor, convendría que durante las celebraciones, todos juntos, sacerdotes y fieles, nos volviéramos físicamente hacia el Oriente, simbolizado en el ábside... De este modo es como si toda la asamblea fuera absorbida junto con el sacerdote por el misterio silencioso de la Cruz» (La Fuerza del Silencio, Palabra 2017, p. 149).

No hay comentarios:

Publicar un comentario