Recomiendo
la lectura de un artículo esclarecedor del padre Jorge Enrique Mújica, titulado
¿Han rehabilitado la teología de la
liberación? El autor da respuesta al desmedido y confuso despliegue
mediático –L’Osservatore Romano incluido-
ante el lanzamiento, en Italia, de un libro sobre la teología de la liberación
cuyos autores son dos viejos amigos: el dominico Gustavo Gutiérrez y Mons.
Gerhard Ludwig Müller, actual prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina
de la Fe. (http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=30987).
Por
mi parte, confieso que me extraña la generosidad del diario Vaticano –tres
artículos que llenan dos páginas completas de la edición del 4. IX. 2013- para
publicitar un modesto libro sobre la teología de la liberación aparecido hace
algunos años. Comprendo que es bueno que se conozca la evolución del padre Gutiérrez, desde sus postulados iniciales netamente
marxistas hasta sus posiciones actuales netamente más concordes con la fe, aunque
no veo mayor mérito en este itinerario, pues continuar haciendo teología con un
cadáver no tiene sentido. Del artículo de Mons. Müller destacaría las palabras
iniciales: …a noi che siamo qui in Europa,
a nosotros que estamos aquí en Europa… En efecto, a muchos que viven en Europa
la teología del padre Gutiérrez puede aún impactarles; a nosotros, en cambio,
que vivimos en Latinoamérica, testigos cercanos de la odiosidad y resentimiento
sociales que por décadas han sembrado los seguidores de esta teología, se nos
perdonará no comulgar para nada con ella, por muy licuada que esté. Y es
probable que, en
buena parte, a ella se deba también el masivo y doloroso éxodo de nuestras
gentes, antaño católicas, a las iglesias evangélicas y otras sectas, donde quizá
sienten más respetada su dignidad de pobres; nada de extrañar, pues es
común en el ideario liberacionista “católico” que la condición del pobre
aparezca rebajada a la simple categoría marxista de proletario, siempre fácil
de instrumentalizar y manipular con fines políticos o ideológicos. Algo de todo esto debió intuir el agudo pensador latinoamericano, cuando escribió el siguiente aforismo: "-Ocuparse intensamente de la condición del prójimo le permite al cristiano
disimularse sus dudas sobre la divinidad de Cristo y la existencia de Dios. La caridad puede ser la forma más sutil de la
apostasía". (Nicolás Gómez Dávila). Y también para Francisco, el primer papa latinoaméricano, hombre de Dios y apasionado de los pobres, la teología de la liberación ya quedó sepultada junto con el derrumbe totalitario de los "socialismos reales" que la animaban. (cfr.http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350589?sp=y)
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