martes, 13 de agosto de 2024

LA ALEGRÍA DE LA CONFESIÓN

Confesionarios de la Basílica de Nuestra Señora
de Hanswijk. Malinas, Bélgica

Mientras el pecado nos envejece, el sacramento de la confesión nos hace perpetuamente jóvenes. Chesterton nos ha dejado su propio testimonio al respecto:

«Ahora, cuando la gente me pregunta: “¿Por qué abrazó usted la Iglesia de Roma?”, la respuesta fundamental es: “para librarme de mis pecados”, pues no existe ninguna religión que ofrezca realmente ese perdón. Cuando un católico se confiesa, vuelve realmente a entrar en el amanecer de su propio nacimiento. En ese oscuro rincón y en ese breve ritual, Dios ha vuelto a crearle a su propia imagen. Sus muchos años ya no pueden asustarle. Podrá estar canoso y achacoso, pero solo tiene cinco minutos de edad».

(Gilbert K. Chesterton, en Ciudadano Chesterton, Ed. Palabra 2011, p. 54. Selección de textos).



 

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