miércoles, 14 de agosto de 2024

A TI CLAMAMOS LOS DESTERRADOS HIJOS DE EVA

Asunción de la Virgen de Juan Carreño de Miranda

Oración del Venerable papa Pío XII dirigida a la Virgen Madre en el misterio de su Asunción en cuerpo y alma a la gloria del Cielo.

* * *

«¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y madre de los hombres!

Nosotros creemos con todo el fervor de nuestra fe, en tu asunción triunfal en cuerpo y alma al cielo, donde eres aclamada reina de todos los coros angélicos y de todos los ejércitos de los santos; nos unimos a ellos para alabar y bendecir al Señor, que te ha ensalzado sobre todas las demás puras criaturas y para ofrecerte las aspiraciones de nuestra devoción y de nuestro amor.

Sabemos que tu mirada, que maternalmente acariciaba a la humanidad abatida y doliente de Jesús en la tierra, se sacia en el cielo con la vista de la humanidad gloriosa de la Sabiduría increada, y que la alegría de tu espíritu al contemplar cara a cara a la adorable Trinidad, hace a tu corazón estremecerse de beatificante ternura; y nosotros, pobres pecadores, nosotros a quienes el cuerpo corta el vuelo del alma, te suplicamos que purifiques nuestros sentidos, para que aprendamos desde aquí abajo, a gustar a Dios, a Dios solo, en el encanto de las criaturas.

¡Oh María! Nosotros confiamos que tus ojos misericordiosos se inclinen sobre nuestras miserias y sobre nuestras angustias, sobre nuestras luchas y sobre nuestras debilidades; que tus labios sonrían compartiendo nuestras alegrías y nuestras victorias; que escuches a Jesús decirte de cada uno de nosotros, como en otro tiempo del discípulo amado: “He ahí a tu hijo.” Y nosotros, que te invocamos como Madre nuestra, te tomamos, como Juan, por guía, fuerza y consuelo de nuestra vida mortal.

Desde esta tierra, donde peregrinamos, confortados por la fe en la futura resurrección, miramos hacia ti, nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza. Atráenos con la dulzura de tu voz, para mostrarnos un día, después de este destierro, a Jesús, fruto bendito de vientre, ¡oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María».

(Texto tomado de la obra Intimidad Divina de Gabriel de S. M. Magdalena O.C.D., Monte Carmelo 1961, p. 1696).


 

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