miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡VENID!

En himnos y villancicos de navidad resuena un mismo eco: el eco de una invitación proclamada en Belén: Venite in Bethleme! ¡Venid a Belén! Venid a esta humilde aldea a contemplar con estupor el más grande misterio acaecido sobre la tierra. “Venid, dirá Fray Luis de Granada, a ver al Hijo de Dios, no en el seno del Padre, sino en los brazos de la Madre; no entre los coros de los Ángeles, sino entre unos viles animales; no asentado a la diestra de la Majestad en las alturas, sino reclinado en un pesebre de bestias; no tronando ni relampagueando en el cielo, sino llorando y temblando de frío en un establo” (Vida de Jesucristo, Madrid 1990, p. 32). Sí, venite, adoremus; venite, adoremus Dominum.

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