jueves, 1 de julio de 2021

CUANDO EL CIELO BAJA A LA TIERRA. UNA LECCIÓN NUNCA OLVIDADA.

Monasterio de la Trinidad y San Sergio
 Zagorsk, Rusia

Abundantes y sabrosas anécdotas salpican las páginas que escribió el Cardenal Jorge Medina Estévez –Prefecto emérito de la Sagrada Congregación para el Culto Divino– como memorias de su ya larga vida en servicio a la Iglesia. Recojo aquí uno de sus recuerdos especialmente por la lección que podemos extraer: la prisa no se aviene con la naturaleza de la liturgia.

* * * 

«Estaba yo en Zagorsk, a unos 100 kilómetros de Moscú, alojado en el Monasterio ortodoxo de San Sergio, por una actividad académica relacionada con el World Council of Chuches y me encontré allí con un muy respetado sacerdote ortodoxo y profesor de teología en un Instituto que funcionaba en los Estados Unidos, el Barón John Meyendorff. Él era miembro de una noble familia rusa que había huido a América del Norte luego del derrocamiento y del subsiguiente asesinato del Zar Nicolás II y de su familia por la revolución comunista. Un día, luego de haber participado en la Liturgia de San Juan Crisóstomo en una de las varias iglesias del monasterio, le hice ver al Prof. Meyendorff que la celebración había durado algo más de tres horas. Él me miró con un rostro indulgentemente amable y me dijo: «¿no se da cuenta que cuando se celebra la Sagrada Liturgia el cielo baja a la tierra y que, por lo tanto, el tiempo ya no cuenta?. Nunca he olvidado esa lección». (Cardenal Jorge Medina Estévez, 90 Años de mi vida, Roma 2017, p. 105).

 

1 comentario:

  1. Qué gran verdad. Las misas del Padre Pío tenían fama de ser larguísimas. Como en la Transfiguración: Qué bien se está aquí, Señor; hagamos tres tiendas...

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