viernes, 9 de abril de 2021

UNA ANÉCDOTA DEL CARDENAL RATZINGER EN FONTGOMBAULT

Monjes de Fontgombault celebrando Misas de Requiem. Probablemente 
Ratzinger contempló una escena similar aquella mañana 
estival de 2001, comenta el editor de la noticia.

Días atrás el blog Rorate Cæli publicó una anécdota del Cardenal Ratzinger que cobra especial significación en nuestros días, no obstante su brevedad y sencillez. Sucedió en la abadía benedictina de Fontgombault ligada, como es sabido, a la liturgia tradicional de la Iglesia. El Cardenal Ratzinger había sido invitado a participar en las Jornadas litúrgicas organizadas en la abadía durante el verano de 2001. Con ocasión de este congreso, impartió allí dos conferencias: una sobre el tema liturgia y sacrificio, y otra, más general, a título de balance final de aquellas jornadas. Ambos textos están publicados en el volumen XI de sus Obras Completas (Teología de la liturgia). A continuación dejo en español los párrafos principales de esta sugerente historia.

* * *

 «¡Esa es la Iglesia católica!»: La reacción del Cardenal Ratzinger ante las misas privadas en Fontgombault

Fuente: rorate-caeli.blogspot.com

«En su libro recientemente publicado Le grand bonheur (La gran dicha, Fayard, 2020), Nicolas Diat relata una anécdota singular –y ahora, a la luz de la trágica supresión de las misas privadas en San Pedro, de gran actualidad– sobre la reacción del entonces Cardenal Ratzinger al presenciar las misas privadas celebradas de madrugada y simultáneamente por una veintena de monjes en varios altares laterales de la abadía de Fontgombault en 2001. Diat ya había relatado la misma historia en un libro anterior titulado L'homme qui ne voulait pas être pape (El hombre que no quería ser papa, Albin Michel, 2014)».

«Del 22 al 24 de julio de 2001, el cardenal Ratzinger asistió a un congreso litúrgico internacional en la abadía de Fontgombault, donde primero pronunció una conferencia y más tarde ofreció una clase más informal, cuando se le pidió que hiciera las observaciones finales de esas jornadas, el lunes 24 de julio por la tarde. A la mañana siguiente, cuando el cardenal se preparaba para regresar a Roma, Diat relata la siguiente historia, que le contó el entonces abad de Fontgombault, Dom Forgeot:

Con gran pesar de los monjes, el insigne prelado dejó Fontgombault el martes por la mañana alrededor de las siete y media. Antes de marcharse, Dom Forgeot lo invitó a entrar en la iglesia de la abadía a esa hora tan señalada de la celebración de las misas privadas. El cardenal queda cautivado, casi atónito. Reza de rodillas, en el suelo, durante un largo rato, al fondo de la iglesia. Al salir, ya el nártex de la abadía, le dice en voz baja al padre abad, que aún recuerda su precisa inflexión de voz: «¡Esa es la Iglesia Católica!».

«Si esa es la Iglesia católica..., ¿qué se podrá decir entonces de los ahora desolados altares de San Pedro, construidos, bendecidos, privilegiados y designados para la renovación diaria del Santo Sacrificio, a fin de que una corriente continua de adoración, de súplica y acción de gracias se elevara al Padre de manos de los hombres conformados a su Hijo?».


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario