jueves, 19 de octubre de 2017

MARTIN MOSEBACH, LA MISA TRADICIONAL ME DEVOLVIÓ A LA IGLESIA

El Cardenal Müller conversa con Martin Mosebach. 
Foto: Present

El pasado 13 de octubre, el periódico católico francés Présent ha publicado una entrevista al conocido escritor alemán Martin Mosebach con ocasión del Congreso Summorum Pontificum realizado en Roma, el pasado mes de septiembre, para celebrar los 10 años de este importante documento de Benedicto XVI. Las intuiciones siempre vivas y sugerentes del literato alemán, ameritan su publicación en español.

Fuente: present.fr
Texto recogido en tradinews
Traducción a cargo del blog

Entrevista con Martin Mosebach: un gran defensor de la liturgia tradicional.

Martin Mosebach es un famoso escritor alemán, conocido a la vez como novelista, guionista, dramaturgo, ensayista y poeta. En el año 2007 ganó el Premio Georg-Büchner, uno de los premios literarios más prestigiosos del país. Sus artículos sobre su descubrimiento y defensa de la liturgia tradicional han causado algún revuelo, y su voz no puede ser ignorada. Fue uno de los ponentes en el Coloquio del 14 de septiembre en Roma con ocasión de la peregrinación de Summorum Pontificum

¿Cuál ha sido el papel que ha jugado el descubrimiento de la liturgia católica tradicional en el crecimiento de su fe católica?

Es el descubrimiento de la liturgia tradicional lo que me devolvió a la Iglesia. Yo no soy un teórico ni un filósofo, sino más bien una persona práctica: la liturgia tradicional fue para mí la forma visible de la Iglesia y, por tanto, de la Iglesia misma. La religión de la Encarnación posee un rito de la encarnación. El lado físico del rito me convence porque el Dios de los cristianos se ha hecho carne.   

¿Qué cambiaría hoy a lo dicho en su libro «La liturgia y su enemigo, la herejía de lo informe» publicado (en el caso de la traducción francesa) en 2005?

Después de haber enviado innumerables cartas a Roma, me quedó claro que en el corazón de la Iglesia no había ninguna voluntad decidida de alentar verdaderamente la liturgia tradicional. El papa Juan Pablo II no mostraba mayor interés en la liturgia y el cardenal Ratzinger se topó con una violenta resistencia contra todo lo que quería hacer en el campo de la liturgia. Yo estaba convencido de que escribía por una causa perdida. Por otro lado, hoy la situación de la liturgia se presenta mejor.

En el año 2005, usted escribía en particular que el católico ligado al rito tradicional no tenía «ningún derecho a la esperanza». ¿Lo tiene ahora? ¿Y en qué medida?

Sería poco razonable afirmar que Summorum Pontificum no haya mejorado considerablemente la situación del rito tradicional. La mayor esperanza radica en los jóvenes sacerdotes, mucho más favorables al antiguo rito. Pero no debemos olvidar que el combate está lejos de terminar. La mayoría de los católicos han perdido el sentido litúrgico. Muchos católicos piadosos no comprenden en absoluto el problema de salvaguardar la liturgia tradicional. A esto se añade todavía la habitual incomprensión de una gran parte de los obispos. Mi esperanza se funda en una conversión impredecible de mentalidad; solo ella puede permitir un amplio reconocimiento del rito tradicional.

Estamos celebrando en el 2017 el décimo aniversario del motu proprio de Benedicto XVI, que precisamente ha declarado que el rito tradicional nunca fue prohibido, en contra de lo que afirman muchos sacerdotes e incluso obispos, rito tradicional que el papa ha querido sacar de las catacumbas ¿Pero qué cosa sucede hoy en este campo? ¿En Alemania, por ejemplo?

Hay efectivamente muchos más lugares donde se puede celebrar el rito tradicional, pero son en gran medida insuficientes. Sobre todo, se impide a los sacerdotes diocesanos celebrar el rito tradicional. En las parroquias ordinarias, solo una pequeña parte de los católicos tiene la posibilidad de llegar a conocerlo. El que lo busca puede ahora encontrarlo en Alemania, pero para buscarlo, es necesario conocerlo y la mayoría todavía está muy lejos de esto.

Usted plantea el problema de los cantos interpretados durante la misa en Alemania, que no son muy antiguos (se insertaron para responder al protestantismo). ¿Está de acuerdo en esto con el cardenal Sarah y su alabanza del silencio?

El problema de los cantos consiste, sobre todo, en que ocultan el desarrollo de la liturgia. La liturgia es confusa para los feligreses cuando ellos cantan y el sacerdote está haciendo algo completamente diferente. Se trata de un problema esencialmente alemán, que aún no es demasiado importante; la mayoría de las canciones son muy bellas, pero perturban la liturgia. El elogio del silencio del que ha hablado el Cardenal Sarah creo que se refiere sobre todo al silencio del Canon, que naturalmente no se pronuncia en voz alta.
Mi discurso contra los cantos era sobre todo un discurso en favor del canto gregoriano, un retorno a la música esencial de la Iglesia, una música que es parte integrante de la liturgia y no su mera decoración.

Usted señala que el anti-ritualismo actual se debe más a una debilidad religiosa, a una especie de astenia, que a una pasión religiosa. ¿No es esto peor que cualquier otra cosa?

¡Sí, es mucho más serio! Las antiguas herejías se caracterizaron por una pasión violenta los herejes a menudo estaban dispuestos a arriesgar sus vidas y sus seguidores eran por lo general ascetas; basta pensar en el calvinismo francés. La crisis actual es el resultado de un aburguesamiento de la Iglesia y propaga además una mediocridad burguesa. Su fruto es la herejía del indiferentismo. 

Hoy, en Roma, en septiembre del 2017, con ocasión de este aniversario del motu proprio Summorum Pontificum, ¿no vemos «a estos sacerdotes y monjes inflexibles que ahora mantienen viva la tradición con su resistencia, para que un día no tenga que ser reconstruida de manera libresca (teórica)» como eran sus deseos?

Efectivamente, forma parte de la gran dicha de este coloquio romano ver cómo un buen número de jóvenes sacerdotes y monjes están listos para tomar la antorcha. En relación al número total de católicos en el mundo, siguen siendo pocos, pero sin embargo suficientes para mantener viva la cuestión del rito. También es una ventaja especial que hoy existan muchas comunidades espirituales de carácter muy diverso que se esfuerzan por mantener el rito tradicional; es algo verdaderamente católico y muestra que el rito tiene su lugar en todas las formas imaginables de espiritualidad.

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