A
finales de mayo de 1994, Juan Pablo II regresaba al Vaticano después de haber estado
internado casi un mes en el hospital Gemelli de Roma. Ese año el Santo Padre lo
había dedicado a la familia, sobre la que entonces también se cernían densos e
inquietantes nubarrones. Durante el Ángelus del domingo 29 de mayo, el Santo
Padre hizo una impactante confidencia –poco frecuente en él- sobre el sentido
del sufrimiento padecido, asociándolo al futuro de la familia. Un texto digno
de meditación ahora que está por concluir el Sínodo sobre la familia.
"Por
medio de María quisiera expresar hoy mi gratitud por este don del sufrimiento,
asociado nuevamente al mes mariano de mayo. Quiero agradecer este don. He
comprendido que es un don necesario. El Papa debía estar en el hospital; debía
estar ausente de esta ventana durante cuatro semanas; del mismo modo que sufrió
hace trece años, debía sufrir también este año.
He
meditado, he vuelto a pensar en todo esto durante mi hospitalización. Y he
reencontrado a mi lado la gran figura del cardenal Wyszynski, primado de
Polonia, de cuyo fallecimiento se cumplió ayer el decimotercer aniversario. Al
comienzo de mi pontificado, me dijo: 'Si el Señor te ha llamado, debes llevar a
la Iglesia hasta el tercer milenio'. El
mismo llevó a la Iglesia en Polonia hacia su segundo milenio cristiano. Así me
habló el cardenal Wyszynski.
Y
he comprendido que debo llevar a la Iglesia de Cristo hasta este tercer milenio
con la oración, con diversas iniciativas, pero he visto que eso no basta:
necesitaba llevarla con el sufrimiento, con el atentado de hace trece años y
con este nuevo sacrificio. ¿Por qué ahora? ¿Por qué en este año? ¿Por qué en
este Año de la familia? Precisamente porque se amenaza a la familia, porque se
la ataca. El Papa debe ser atacado, el Papa debe sufrir, para que todas las
familias y el mundo entero vean que hay un evangelio -podría decir- superior:
el evangelio del sufrimiento, con el que hay que preparar el futuro, el tercer
milenio de las familias, de todas las familias y de cada familia.
Quería
añadir estas reflexiones en mi primer encuentro con vosotros, queridos romanos
y peregrinos, al final de este mes mariano, porque debo este don del sufrimiento
a la Santísima Virgen y se lo agradezco. Comprendo que era importante tener
este argumento ante los poderosos del mundo. Tengo que encontrarme nuevamente
con los poderosos del mundo y tengo que hablar. ¿Con cuáles argumentos? Me
queda este argumento del sufrimiento. Y quisiera decirles: comprended,
comprended por qué el Papa ha estado nuevamente en el hospital, por qué ha
sufrido nuevamente, comprendedlo, pensad una vez más en ello".
Fuente: vatican.va
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