Presento
a continuación algunos extractos de la homilía que el Papa Francisco pronunció
durante la santa misa celebrada en Asís, con motivo de su reciente visita a la
cuna del gran santo italiano. Con su habitual pedagogía evangélica, el Papa
recogió tres lecciones del mensaje que Francisco ha legado a la Iglesia: dejarse
cautivar por la mirada amorosa de Cristo en la Cruz; acoger el don de la
auténtica paz, la paz de Cristo, que está lejos de cualquier sentimentalismo
vago o dulzón; finalmente, respeto sumiso por la creación entera, regalo que la
sabiduría divina nos confía.
“¿Dónde
inicia el camino de Francisco hacia Cristo? Comienza con la mirada de Jesús en
la cruz. Dejarse mirar por él en el momento en el que da la vida por nosotros y
nos atrae a sí. Francisco lo experimentó de modo particular en la iglesita de
San Damián, rezando delante del crucifijo, que hoy también yo veneraré. En aquel
crucifijo Jesús no aparece muerto, sino vivo. La sangre desciende de las
heridas de las manos, los pies y el costado, pero esa sangre expresa vida.
Jesús no tiene los ojos cerrados, sino abiertos, de par en par: una mirada que
habla al corazón. Y el Crucifijo no nos habla de derrota, de fracaso;
paradójicamente nos habla de una muerte que es vida, que genera vida, porque
nos habla de amor, porque él es el Amor de Dios encarnado, y el Amor no muere,
más aún, vence el mal y la muerte. El que se deja mirar por Jesús crucificado
es re-creado, llega a ser una «nueva criatura».
“Ésta
es la segunda cosa que Francisco nos atestigua: quien sigue a Cristo, recibe la
verdadera paz, aquella que sólo él, y no el mundo, nos puede dar. Muchos
asocian a san Francisco con la paz, pero pocos profundizan. ¿Cuál es la paz que
Francisco acogió y vivió y nos transmite? La de Cristo, que pasa a través del
amor más grande, el de la Cruz. Es la paz que Jesús resucitado dio a los
discípulos cuando se apareció en medio de ellos (cf. Jn 20,19.20).
La
paz franciscana no es un sentimiento almibarado. Por favor: ¡ese san Francisco
no existe! Y ni siquiera es una especie de armonía panteísta con las energías
del cosmos… Tampoco esto es franciscano, tampoco esto es franciscano, sino una
idea que algunos han construido. La paz de san Francisco es la de Cristo, y la
encuentra el que «carga» con su «yugo», es decir su mandamiento: Amaos los unos
a los otros como yo os he amado (cf. Jn
13,34; 15,12). Y este yugo no se puede llevar con arrogancia, con presunción,
con soberbia, sino sólo se puede llevar con mansedumbre y humildad de corazón”.
“El
Santo de Asís da testimonio del respeto hacia todo lo que Dios ha creado y como
Él lo ha creado, sin experimentar con la creación para destruirla; ayudarla a
crecer, a ser más hermosa y más parecida a lo que Dios ha creado. Y sobre todo
san Francisco es testigo del respeto por todo, de que el hombre está llamado a
custodiar al hombre, de que el hombre está en el centro de la creación, en el
puesto en el que Dios – el Creador – lo ha querido, sin ser instrumento de los
ídolos que nos creamos. ¡La armonía y la paz! Francisco fue hombre de armonía,
un hombre de paz”. (HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO, Plaza de San Francisco,
Asís, viernes
4 de octubre de 2013. Fuente: www.vatican.va)
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