sábado, 18 de marzo de 2023

SAN JOSÉ, SIEMPRE CON CORAZÓN DE PADRE

Murillo. Descanso en la huida a Egipto.

Las mejores páginas de teología josefina suelen encontrarse entre los escritos de los santos. Los siguientes textos, como breves relámpagos, arrojan luz sobre la grandiosa figura del Santo Patriarca.

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«Al despertar José de su sueño —leemos en Mateo—, hizo como el ángel del Señor le había mandado (Mt 1, 24). En estas pocas palabras está todo. Toda la decisión de la vida de José y la plena característica de su santidad. "Hizo". José, al que conocemos por el Evangelio, es hombre de acción. 

Es hombre de trabajo. El Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya. En cambio, ha descrito sus acciones: acciones sencillas, cotidianas, que tienen a la vez el significado límpido para la realización de la promesa divina en la historia del hombre; obras llenas de la profundidad espiritual y de la sencillez madura». (San Juan Pablo II, Audiencia del 19.III.1980)      

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«Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide». (Santa Teresa, Vida, 6)

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«Quiere mucho a San José, quiérele con toda tu alma, porque es la persona que, con Jesús, más ha amado a Santa María y el que más ha tratado a Dios: el que más le ha amado, después de nuestra Madre.

—Se merece tu cariño, y te conviene tratarle, porque es Maestro de vida interior, y puede mucho ante el Señor y ante la Madre de Dios». (San Josemaría, Forja 554)

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«La norma general que regula la concesión de gracias singulares a una criatura racional determinada es la de que, cuando la gracia divina elige a alguien para otorgarle una gracia singular o para ponerle en un estado preferente, le concede todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar.

Esta norma se ha verificado de un modo excelente en San José, padre putativo de nuestro Señor Jesucristo y verdadero esposo de la Reina del universo y Señora de los ángeles. José fue elegido por el eterno Padre como protector y custodio fiel de sus principales tesoros, esto es, de su Hijo y de su Esposa, y cumplió su oficio con insobornable fidelidad. Por eso le dice el Señor: «Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor». (San Bernardino de Siena, Sermón 2 sobre San José)


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