martes, 19 de octubre de 2021

MONSEÑOR HUONDER Y LA MISA TRADICIONAL

Monseñor Vitus Huonder el día de su jubileo sacerdotal. 
Foto del artículo de origen.

El Distrito Suizo de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X ha publicado una entrevista larga y familiar con Monseñor Vitus Huonder, obispo emérito de Coira, Suiza, con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales. En 2019, luego de 12 años como obispo titular de esa diócesis y con la venia del Santo Padre, Mons. Hounder eligió vivir su retiro en una casa de la FSSPX, en Wangs, con el fin de llevar una vida de oración y estudio en una comunidad que le es bien conocida. A lo largo de la conversación Monseñor explica el porqué de su decisión y lo contento que se halla en un ambiente donde palpa una fe joven y vibrante, y en el que puede prestar sus servicios como sacerdote de larga experiencia y amante de la Tradición. 

A continuación dejo traducidas al castellano las preguntas de la entrevista que se refieren más directamente a su aprecio por la Misa Tridentina y al dolor que le ha causado el reciente Motu Proprio Traditionis CustodesFelicitamos a Mons. Hounder por su jubileo sacerdotal y le deseamos un ministerio fecundo al servicio de la Iglesia en esta etapa de su vida.

Entrevista completa en francés y en inglés: fsspx.ch/fr y sspx.org.

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Desde que está aquí en Wangs, también celebra diariamente la misa, y lo hace exclusivamente según el rito tradicional. ¿Qué le aporta la celebración de este rito tradicional?

Por supuesto, he estudiado muy de cerca el nuevo rito y el rito tradicional. Este estudio me hizo notar diferencias significativas: por ejemplo, que algunos textos habían sido acortados, suprimidos, como algunas oraciones que son muy importantes para el sacerdote. Ahora bien, sólo me puedo nutrir de todas estas oraciones en el rito tradicional. Está claro que esto fortalece al sacerdote, refuerza sobre todo la fe, pero también la entrega de sí mismo durante la misa. Uno se sabe verdaderamente ante Dios, ante Jesús y no simplemente ante una comunidad. Todo esto puedo redescubrirlo en el rito tradicional; es tan precioso y, digamos, tan atemporal que no querría volver atrás.

¿Puedo concluir de sus palabras que ya no desea celebrar el Novus Ordo?

No quisiera volver a hacerlo. Simplemente siento que ya no podría hacerlo de nuevo, porque cuando te sumerges en la misa tradicional, llegas a un punto en el que sientes que no puedes hacer otra cosa.

Quiere decir que no sólo por un sentimiento o por una razón estética, sino por la fe.

Exacto, a causa de su profundidad. Yo siempre digo: el rito, tal como lo tenemos, es también una profesión de fe, y una profesión de fe no puede dejarse de lado sin más. ¿Qué diría la gente si yo, como obispo, prohibiera el rezo del Símbolo de los Apóstoles? ¿Qué me dirían los fieles? Me dirían: ¿Qué hace usted?, ¡eso no es posible! No debemos olvidar que el rito tradicional, sobre todo porque tiene el peso de los años, esa madurez, es también una profesión de fe. No podemos exigir a los fieles que dejen de lado esta profesión de fe.

Los signos, incluso de parte de la más alta autoridad de la Iglesia, no presagian realmente una vuelta a las fuentes de la Tradición. Muy recientemente, el Papa Francisco ha publicado su Motu Proprio Traditionis Custodes, con el que limita ampliamente la celebración de la misa según el rito tradicional. Uno no puede dejar de pensar que se busca impedirlo casi por completo. ¿Cómo ha recibido usted este documento?

Ya puede imaginar lo mucho que me ha afectado, me ha entristecido; sí, he llorado. No me esperaba esto. No veo cuales son las causas. Si yo fuera todavía un obispo en funciones con buena llegada al Santo Padre, le pediría que se informara más con las personas que esta medida afecta directamente. Hay tantas personas dolidas, no solo sacerdotes, sino también fieles, niños, jóvenes, familias, porque como he podido constatar, en torno a la Tradición tenemos familias numerosas. No sé si los asesores del Santo Padre se daban cuenta de lo que infligían a estas personas. ¿Qué les están haciendo? No, esto me entristece profundamente y pido de verdad a mis hermanos en el episcopado, especialmente a los cardenales, que reconsideren todo el asunto, lo que ha sucedido y que se dirijan al Santo Padre con las peticiones oportunas. Este es su deber, porque no se trata simplemente de una ley eclesiástica, de un decreto. Se trata del corazón de la fe. ¡El corazón de la fe! Y atacar así el corazón de la fe de los fieles, simplemente no es bueno. No puede traer nada bueno.

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