Para el connotado profesor norteamericano de cultura clásica John Senior (1923–1999), sería un error pensar que el camino futuro de la Cristiandad solo podría asegurarse mediante un proceso de adecuación o connivencia con la mentalidad del mundo moderno. Muy por el contrario, solo si la Cristiandad es asumida con radicalidad y fidelidad en todos sus fundamentos, principios y exigencias, podrá resurgir con fuerza y volver a irradiar el orbe con su luz fecunda y humanizadora. El relativismo exánime que el autor denunciara hace más de 40 años sigue siendo hoy una amenaza mortal a nuestra Cultura y Civilización Cristiana.
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«Se ha dicho que la Cristiandad, si es que va a sobrevivir, debe adecuarse al mundo moderno, debe llegar a un acuerdo con la forma en que están las cosas en el actual contexto. Es completamente al revés: si vamos a sobrevivir, debemos afrontar la Cristiandad. La fuerza reaccionaria más poderosa que impide el progreso es el culto al progreso mismo, que, apartándonos de nuestras raíces, torna imposible el crecimiento y hace innecesaria la elección. Estamos expirando en una impotente y perezosa deriva, en la esponjosa calidez de una absoluta incertidumbre. Donde nada es jamás verdadero, ni correcto, ni equivocado, no hay problemas; donde la vida no tiene significado, nos vemos libres de cualquier responsabilidad, del modo en que es libre un esclavo o un carroñero. La futilidad alimenta la negligencia, y contra ella hay una dura alternativa: frente a la incertidumbre radical de acuerdo a la que ha vivido el hombre moderno -como en el juego de la ruleta rusa-, sofocado en un indiferente “ahora” entre un clic y una explosión, y viviendo por la sombría gracia de las recamaras vacías-, el riesgo de la certeza» (John Senior, La muerte de la cultura cristiana, Homo Legens 2018, p. 211-212).
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