martes, 2 de agosto de 2022

ODIAN LO QUE IGNORAN

Tertuliano, el gran apologista latino, hizo célebre la frase «desinunt odisse cum desinunt ignorare», «dejan de odiar cuando dejan de ignorar» (Ad Nationes, 1, 1).

Para él, la ignorancia explicaría el odio y las persecuciones de que son víctimas los cristianos. Dirigiéndose a los paganos les recuerda que aquellos «que con vosotros antes ignoraban y con vosotros odiaban, así que comienzan a conocer dejan de odiar lo que dejaron de ignorar; es más, se hacen aquello que odiaban y comienzan a odiar aquello que eran». Reencontramos la misma idea en su más famosa apología: «Aquellos, pues, que aborrecen porque ignoran la calidad de la cosa aborrecida, ¿por qué no pueden siquiera sospechar (ya que lo ignoran) que pueda ser bueno aquello que aborrecen, o que injustamente aborrecen aquello que ignoran?» (Apologeticum, c. 1).

No hace mucho y desde una óptica similar, un prelado dirigía esta cuestión a los críticos de la liturgia tradicional: Los que permitís que se prohíba la Misa Tradicional, ¿la habéis celebrado alguna vez? Los que desde lo alto de vuestras cátedras de liturgia dictáis amargas sentencias sobre la Misa de antes, ¿habéis meditado alguna vez en sus oraciones, sus ritos y sus sagrados gestos ancestrales?

En muchos casos los argumentos esgrimidos para prohibir la vieja liturgia delatan una profunda ignorancia. No hay razonamientos serios ni fundamentaciones sólidas; abundan, en cambio, las consignas efectistas, los eslóganes añosos, que por lo general apuntan más al sentimiento que a la razón. Da la sensación de que se busca impactar más que pensar. Parafraseando a Tertuliano, nos gustaría repetir al oído de muchos detractores de la misa tradicional: dejad de ignorar y dejaréis de odiar; dejad de ignorar y comenzaréis a amar.

Son muchos los que hoy en la Iglesia valoran y trabajan por el mantenimiento y expansión de la antigua liturgia. Sembrar una sospecha generalizada de sus afanes podría tener algo de temerario. Se trata de un maravilloso tesoro que algunos quisieran ver relegado a los sótanos de la vida de la Iglesia. Pero privar a las nuevas generaciones de ese tesoro nos parece cruel, más aún en los tiempos que corren donde cualquier costumbre o rito ancestral se aprecia y custodia como reliquia sagrada.


 

1 comentario:

  1. No pocos de entre los argumentos en contra de la insigne liturgia tradicional no son más que eslóganes sesenteros de aquellos actualmente añosos muchachos de entonces.

    Con razón se ha dicho que la Tradición es para la jóvenes

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