Offérimus
tibi, Dómine, cálicem salutáris, tuam deprecántes claméntiam: ut in conspéctu
divinae majestátis tuae, pro nostra, et totíus mundi salúte cum odóre
suavitátis ascéndat. Amen.
Te ofrecemos, Señor, el cáliz de salvación, implorando tu clemencia para que suba como suave aroma hasta la presencia de tu Divina Majestad, por nuestra salvación y la del mundo entero. Amén.
Preciosa oración que el sacerdote recita en voz baja, con sus ojos clavados en la cruz, cuando ofrece el vino en el rito tradicional. ¡Qué gravosa pérdida su omisión en el nuevo misal! Las intenciones de la Iglesia en la Santa Misa son universales. Cuantas veces ofrece a Dios el «cáliz de salvación» otras tantas ruega por la salvación de todo el mundo.
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