Extracto
de las palabras que Benedicto XVI pronunció hace 10 años (31-V-2006) en los jardines vaticanos, fiesta de la Visitación de Nuestra Señora.
“Hoy,
en la fiesta de la Visitación, como en todas las páginas del Evangelio, vemos a
María dócil a los planes divinos y en actitud de amor previsor a los hermanos.
La humilde joven de Nazaret, aún sorprendida por lo que el ángel Gabriel le
había anunciado -que será la madre del Mesías prometido-, se entera de que
también su anciana prima Isabel espera un hijo en su vejez. Sin demora, se pone
en camino, como dice el evangelista (cf. Lc 1,39), para llegar «con prontitud»
a la casa de su prima y ponerse a su disposición en un momento de particular
necesidad.
¡Cómo
no notar que, en el encuentro entre la joven María y la ya anciana Isabel, el
protagonista oculto es Jesús! María lo lleva en su seno como en un sagrario y
lo ofrece como el mayor don a Zacarías, a su esposa Isabel y también al niño
que está creciendo en el seno de ella. «Apenas llegó a mis oídos la voz de tu
saludo -le dice la madre de Juan Bautista-, saltó de gozo el niño en mi seno»
(Lc 1,44). Donde llega María, está presente Jesús. Quien abre su corazón a la
Madre, encuentra y acoge al Hijo y se llena de su alegría. La verdadera
devoción mariana nunca ofusca o menoscaba la fe y el amor a Jesucristo, nuestro
Salvador, único mediador entre Dios y los hombres. Al contrario, consagrarse a
la Virgen es un camino privilegiado, que han recorrido numerosos santos, para
seguir más fielmente al Señor. Así pues, consagrémonos a ella con filial
abandono”.
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