Leo
en El Mercurio de Santiago de Chile (Ed. del 18 de abril de 2016 p. C 11) el
siguiente testimonio:
“Celebro
la decisión del papa Francisco respecto a que los divorciados pueden volver a participar
de la comunión. Nunca dejé de comulgar, justamente por los mismos argumentos
que hoy se plantean desde el Vaticano. Como dijo el Pontífice, la vida no es
perfecta. Errores humanos no nos hacen menos cristianos que otros. Setecientos
70 mil divorciados y más de 3 millones de separados chilenos le agradecen al
papa Francisco traer un poco de cordura y sensatez a este mundo cada vez menos
tolerante”.
Por
desgracia este tipo de discernimiento era del todo previsible.
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