Se
cuenta que un día el Señor se mostró a Santa Catalina de Siena en oración y le
dijo: ¿Sabes, hija mía, lo que eres tú y lo que soy Yo? Yo soy El que Soy, y tú
eres la que no eres; si aprendes estas dos cosas serás muy dichosa.
La
experiencia de este doble conocimiento, el conocimiento de sí misma y el
conocimiento de Dios, impregna todo el camino espiritual de Catalina. Así habla en una de sus oraciones: “Tú, Deidad suma, eres sabiduría y eterna bondad. Yo
soy muerte, y tú, vida; yo tinieblas, y tú, luz; yo necedad, y tú sabiduría; tú
infinito, y yo, caduca; yo, enferma, y tú médico; yo frágil pecadora que no te
ama; tú, belleza sin mancha, y yo, sucia criatura”. Del conocimiento de tan notable
contraste brota el amor que ha enloquecido a los santos. “Tú, abismo de Caridad
-dirá la santa- parece que enloqueces por tus criaturas, como si no pudieras
vivir sin ellas, aunque seas un Dios que no precisa de nosotros”.
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