Al
cumplirse un año del término de su pontificado, saludamos con inmensa gratitud a
su santidad el Papa emérito Benedicto XVI. Su extraordinario pontificado ha
marcado el rumbo de la Iglesia para el tercer milenio cristiano. A
continuación las palabras con que abrió y cerró sus ocho años de ministerio petrino:
“Queridos
hermanos y hermanas: después del gran Papa Juan Pablo II, los señores
cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del
Señor.
Me
consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con
instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones.
En
la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos
adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro
lado. ¡Gracias!”
(Vaticano, 19 de abril de 2005).
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“Gracias,
queridos amigos. Me hace feliz estar con vosotros, rodeado por la belleza de la
creación y por vuestra simpatía, que me hace mucho bien. ¡Gracias por vuestra
amistad, por vuestro afecto!
Sabéis
que este día mío es distinto de los anteriores: seré Sumo Pontífice de la
Iglesia católica hasta las ocho de la tarde; después, ya no más.
Soy
simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinación en esta
tierra. Pero quisiera aún, con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi
reflexión, con todas mis fuerzas interiores, trabajar por el bien común y por
el bien de la Iglesia y de la Humanidad. Y me siento muy apoyado por vuestra
simpatía. Sigamos adelante con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo.
¡Gracias!” (Castelgandolfo, 28 de febrero de 2013).
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