Las
opiniones –quizá presiones- del cardenal Kasper sobre la posibilidad de una
apertura a la comunión sacramental por parte de fieles divorciados y vueltos a
casar comienzan a exasperar y con razón. Es el caso del
periodista y escritor español José María Zavala que en una breve reseña
titulada “Kasper y su misericordia” sale al paso del teólogo alemán con
valentía y claridad. Motivado en un excelente video del padre Santiago Martín sobre
la cuestión, el autor alega:
“Permanecer
en silencio en este caso es de cobardes, además de una omisión grave. Sumo por
eso mi modesta voz, aun a riesgo de ser tildado de hereje o de retrógrado, a la
de este valeroso clérigo que discrepa, Evangelio en mano, del cardenal alemán
Walter Kasper. El Señor se lo pagará con creces a don Santiago.
Como
si quisiese curarse en salud, Kasper ya advirtió antes del Sínodo: “El Papa me
ha dicho que debía hacer preguntas para pensar, no dar soluciones”. Y añadió:
“La situación ha cambiado mucho en nuestra sociedad occidental y se presentan
nuevas situaciones y ahora el Sínodo debe preguntarles”.
¿Y
qué ha preguntado el purpurado alemán a los cardenales y obispos? Algo insólito
para un gran teólogo, como aseguran que es él: ¿Debe administrarse el Cuerpo y
la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo a los divorciados vueltos a casar sin
nulidad matrimonial de por medio? O lo que es lo mismo: ¿Pueden comulgar todos
o algunos de los que conviven en pecado mortal con otra persona que no es su
marido o esposa ante Dios?
¿A
cuento de qué cuestiona Kasper ahora la doctrina de la Santa Madre Iglesia? ¿No
dijo acaso Jesús a la mujer adúltera: “Vete y no peques más”? ¿Por qué
disfrazar de caridad lo que a todas luces es un sacrilegio?
Jamás hubiese imaginado que un cardenal de la
Iglesia Católica fuese capaz de lanzar una carga de profundidad semejante,
suscitando de paso una enorme confusión; como tampoco me cabría en la cabeza
que preguntase en un sínodo si es lícito para un católico robar, mentir o
abortar.
A
propósito de abortar, don Santiago Martín advierte, sagaz, de que el mayor
genocidio de la historia empezó cuando se recurrió a casos extremos y
lacrimógenos para justificar el asesinato de inocentes: violación, riesgo de
muerte para la madre, malformaciones del feto… Hasta llegar al gran coladero
que sigue siendo hoy el supuesto daño psíquico para la madre. ¿Quién hubiese
pensado que el aborto, o sea el crimen, llegaría a convertirse en un derecho
más importante incluso que el de la vida?
Es
obvio que cuando se abre una rendija, se corre el riesgo de abrir la puerta
entera. Recordemos, en este sentido, que el propio Kasper refirió, poco antes
del Sínodo, el caso de una divorciada vuelta a casar que se moría de ganas de
comulgar el día de la Primera Comunión de su hijo. ¿Cómo iban a negarle a ella
la Comunión en su diócesis alemana, apelando a la misericordia?
Como
dice el proverbio, “por la caridad entra la peste”. Y de eso quien más sabe es
el demonio. Recemos".
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