En la audiencia del 10 de enero de 2007, Benedicto
XVI trazó una bella semblanza del primer mártir del cristianismo, San Esteban.
Desde antiguo la Iglesia celebra su fiesta justo después de la Natividad de
Nuestro Señor. “Ayer celebramos el nacimiento temporal de nuestro Rey eterno, decía
San Fulgencio de Ruspe hacia fines del siglo V; hoy celebramos el triunfal
martirio de su soldado”.
A continuación algunas de las lecciones del
martirio de Esteban recogidas por el Papa Benedicto en la audiencia aludida.
“La historia de Esteban nos dice mucho. Por
ejemplo, nos enseña que no hay que disociar nunca el compromiso social de la
caridad del anuncio valiente de la fe. Era uno de los siete que estaban
encargados sobre todo de la caridad. Pero no era posible disociar caridad de
anuncio. De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el
punto de aceptar incluso el martirio. Esta es la primera lección que podemos
aprender de la figura de san Esteban: caridad y anuncio van siempre juntos.
San Esteban nos habla sobre todo de Cristo, de
Cristo crucificado y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida.
Podemos comprender que la Cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la
Iglesia y también en nuestra vida personal. En la historia de la Iglesia no
faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se
convierte, según la famosa fase de Tertuliano, fuente de misión para los nuevos
cristianos. Cito sus palabras: «Nosotros nos multiplicamos cada vez que somos
segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla» («Apologético»
50,13: «Plures efficimur quoties metimur a vobis: semen est sanguis
christianorum»). Pero también en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se
convierte en bendición. Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte y es
bendición, aprendemos la alegría del cristiano, incluso en momentos de
dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva
hacia él y de él se alimenta la Iglesia. San Esteban nos enseña a aprender
estas lecciones, nos enseña a amar la Cruz, pues es el camino por el que Cristo
se hace siempre presente de nuevo entre nosotros” (Benedicto XVI).
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