«En la Iglesia todos los bautizados tienen ciudadanía,
compartiendo su Credo y la moral consiguiente. A lo largo de los siglos la
diversidad de ritos celebrativos del único sacrificio eucarístico nunca ha
creado problemas para la autoridad, porque la unidad de la fe era clara. De
hecho, creo que la variedad de ritos en el mundo católico es una gran riqueza. Un
rito, además, no se compone en un escritorio, sino que es fruto de la
estratificación y sedimentación teológico-cultual. Me pregunto si se puede
“prohibir” un rito ultra milenario. Finalmente, si la liturgia es
también una fuente para la teología, ¿cómo negar acceso a las “fuentes
antiguas”? Sería como prohibir el estudio de San Agustín a cualquiera que desee
reflexionar correctamente sobre la gracia o sobre la Trinidad».
Fuente: secretum-meum-mihi.blogspot.com
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