En uno de sus discursos más notables en lo que va de pontificado, el Papa León XIV invitaba a un grupo de monaguillos franceses, reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a tener el valor de plantearse la posibilidad de la vocación sacerdotal, descubriendo semana a semana su belleza, la felicidad que comporta y su urgente necesidad para la Iglesia. Tras hablarles de Cristo, de su amor y entrega por nosotros y del maravilloso tesoro de la Eucaristía, el Papa León arrojaba su anzuelo de pescador, en perfecta continuidad con la misión confiada a Pedro por Jesús: en adelante vas a ser pescador de hombres (Lc 5, 10):
«También deseo que estéis atentos a la llamada que Jesús podría dirigiros a seguirle más de cerca en el sacerdocio. Me dirijo a vuestras conciencias jóvenes, entusiastas y generosas, y voy a deciros algo que debéis escuchar, aunque pueda inquietaros un poco: ¡la falta de sacerdotes en Francia y en el mundo es una gran desgracia! Una desgracia para la Iglesia. Que podáis, poco a poco, domingo tras domingo, descubrir la belleza, la felicidad y la necesidad de tal vocación. ¡Qué vida tan maravillosa la del sacerdote, que en el corazón de cada uno de sus días encuentra a Jesús de una manera tan excepcional y lo da al mundo!».
Fuente y discurso completo del Santo Padre: www.infocatolica.com