Hoy
fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, me parece oportuno recordar lo que Juan Pablo II llamó el grito de la Iglesia al final del siglo XX: ¡qué no
se desvirtúe la Cruz de Cristo! (cf 1 Cor
1, 17). Clamor que hoy es también advertencia celestial para no ceder a la tentación
de vaciar de contenido la Cruz de Cristo, simplemente por temor a contristar al mundo.
Decía entonces el santo Papa polaco:
Decía entonces el santo Papa polaco:
“EL
mundo de hoy trata de desvirtuar la Cruz… Ésta es la tradición anticristiana
que se difunde ya desde hace varios siglos y pretende desvirtuar la Cruz, y
quiere decirnos que el hombre no tiene sus raíces en la Cruz, que no tiene
tampoco la perspectiva y la esperanza en la Cruz, que el hombre es sólo humano
y debe vivir como si Dios no existiese… Non
evacuetur crux Christi, que no se desvirtúe la Cruz de Cristo, porque, si
se desvirtúa la Cruz de Cristo el hombre pierde sus raíces y sus perspectivas:
queda destruido… Éste es el grito al final del siglo XX… Es el grito de toda la
Cristiandad: de América, de África, de Asia, de todos. Es el grito de la nueva
evangelización”.
(San
Juan Pablo II, meditación al finalizar el
Vía crucis en el Coliseo, 1-4-1994)
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